Capitulo 30: Segundo año: Navidad con los Potter

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Remus había creído que nada podía ser mucho mejor que una Navidad en Hogwarts lo que era (bastante literalmente) mágica. Navidad donde los Potters, por otro lado, fue una experiencia completamente distinta que solo parecía ir mejorando.

Primero estaban los trineos bajo las pistas nevadas en el jardín trasero — aunque eran más de cinco hectáreas, nadie realmente podía llamarlo un jardín. Peter, que vivía más abajo en la aldea misma, vino para unírseles tan pronto como escuchó que habían llegado, y habían tenido una extremadamente ruidosa y violenta tarde, haciendo carreras bajo las laderas y jugando complejos juegos de guerra con municiones de bolas de nieve. El Sr Potter incluso se les unió; muy animadamente para su edad y con una considerable ventaja pudiendo usar magia.

La Sra Potter los llamó a todos para almorzar y les hizo cambiarse de sus prendas mojadas. Se sentaron junto a la chimenea, cálidos y secos comiendo pastelillos de té tostados y cubiertos con una rica mantequilla amarilla. En la tarde querían volver a salir, pero el Sr Potter se había ido a acostar y la Sra Potter no quería que salieran cuando estaba a punto de oscurecerse. En vez de eso ayudaron a decorar un enorme pastel navideño con glaseado real blanco y pequeñas figuritas mágicas, luego a envolver regalos para los vecinos y elfos domésticos.

—Nosotros nunca le regalamos nada a nuestro elfo doméstico, —dijo Sirius como un hecho, sus dedos desesperanzadoramente envueltos de cinta-hechizada, —En todo caso, Kreacher es un malhumorado imbécil; dudo que quiera algo.

—Aceptan regalos mientras sean algo comestible, creo —respondió la Sra Potter sonriendo, —prendas no, por supuesto, eso solo los deprime.

—Dile a mamá lo que tu familia le hace a los elfos doméstico, Sirius, —James sonrió, envolviendo aún más las manos de su amigo. Sirius rió ligeramente,

—Guardamos sus cabezas. —Dijo, —una vez que están muertos. Por lo menos, creo que esperamos a que mueran…Kreacher es el único elfo domestico que recuerdo.

—Dios mío, —dijo la Sra Potter, —creí que esa tradición había muerto.

—No con los Black, —Sirius suspiró. Remus podía notar que estaba pensando sobre el matrimonio de nuevo.

—Estás haciendo un encantador trabajo con eso, Remus, —observó la Sra Potter, levantando la mirada por encima al libro que estaba envolviendo para la Sra Pettigrew. —No como algunos niños traviesos que podría mencionar…— se giró dirigiendo una severa mirada a su hijo y a su mejor amigo, ahora intentando pegar sus manos a la mesa.

Remus le sonrió, cortésmente, sintiendo el corte fresco en su cara tirar de su piel. Aún no le había dirigido la palabra a los padres de James. Siempre le habían dicho que no debía ser visto ni oído por gente adulta — y nunca antes había estado en la casa de algún amigo. Sirius, por el contrario, estaba completamente a gusto, Remus nunca antes lo había visto tan feliz. Adoraba a la Sra Potter como si fuera su propia madre — si hubiera querido a su propia madre, por supuesto.

Remus bostezó, más ampliamente de lo que quería, tratando de esconderse detrás de sus manos, bajando la cabeza, avergonzado. Solo había dormido unas pocas horas esa mañana después de la luna, y una tarde de guerrillas con bolas de nieve lo había dejado exhausto.

—Mejor que vayas a la cama, querido, —dijo la Señora Potter, ignorando el hecho de que solo eran las tres de la tarde. Remus se preguntó si James le había dicho a sus padres sobre él — debían saber, McGonagall probablemente no le hubiera permitido ir de lo contrario.

—Oh, estás perfectamente, ¿no es cierto, Lupin? —Sirius le halagó, —Peter va a volver en un rato, podemos volver a salir.

Remus pestañeó, luego miró a James por ayuda.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora