Capítulo 150: Séptimo Año: Legado, parte dos.

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— Tuvimos suerte con el clima — comentó Remus, mirando el cielo azul claro. — Hubiera sido una pesadilla sacarlos a todos afuera si estuviera lloviendo.

Remus realmente no iba a extrañar los veranos escoceses.

Christopher y él estaban solos en la lechucería, esperando. Comenzaría en cualquier momento.

— No te burles de mí, ¿De acuerdo? — Christopher susurró, mirando hacia el jardín desde las altas ventanas abiertas — Pero esto es lo más emocionante que he hecho.

Remus le sonrió con cariño y le dio un apretón rápido en la mano.

— Te apuesto que esto es solo el comienzo. Vas a hacer tantas cosas emocionantes, lo sé.

— No lo sé, va a estar tranquilo aquí cuando todos ustedes se vayan — respondió Chris, mirando hacia el césped debajo de ellos — Apuesto a que podrán a Regulus como Head Boy... ¡Oh! ¡Esa es la señal!

Una fuente de chispas doradas se disparó detrás de los invernaderos, y Remus pudo escuchar el corazón de Christopher comenzar a latir más rápido con la emoción.

— ¡Hagámoslo entonces! — Remus le dio un codazo.

Ambos se volvieron para mirar a las lechuzas, cientos de ellas encaramadas en filas alineadas sobre las paredes de la torre, hasta las vigas. Junto a ellos habían un montón de cartas, todas en blanco excepto por la dirección. Y todas tenían la misma dirección.

Chris parecía a punto de estallar de la emoción de todo, y Remus dio un paso atrás, dándole la palabra.

— Conoces el hechizo, tú hazlo.

— ¡¿En serio?!

— Sí — sonrió Remus — Aún quedan un montón de travesuras por hacer después de esto...

— ¡Ok! — Se arremangó y se relamió los labios. Pronunció el encantamiento y movió su varita ampliamente alrededor de la torre. Un grito bajo, el revoloteo de las plumas, y luego... todo fue un caos total cuando las quinientas lechuzas de repente saltaron de sus perchas y se abalanzaron hacia los dos chicos, quienes se agacharon para cubrirse.

Remus nunca había visto algo tan magnífico; todas las lechuzas de Hogwarts extendieron sus alas y volaron por la ventana, cada una agarrando una carta con la dirección en blanco al pasar. Debió haberles tomado dos minutos completos manejarlo, y cuando terminaron, Remus y Christopher saltaron a la ventana para verlas desaparecer hacia el patio, a través de los arcos y hacia su destino.

— ¡Guau!* — Chris seguía diciendo, como un perrito ladrador: — ¡Guau, guau, guau!

Remus solo sonrió y pensó en James y Sirius en otras partes del castillo, esperando esa señal. Y en Mary, Marlene y Yaz, preparadas y listas para su parte, y en todos los demás en el castillo esperando, esperando lo que habían estado planeando desde Navidad.

— ¡Vamos! — Remus dijo, agarrando el brazo de Chris —Podemos verlos a todos correr.

Si quinientas lechuzas entrando a las mazmorras en conjunto no lograba que sacaran a todos, entonces Remus confiaba en que los inodoros explosivos patentados de James y Sirius harían el trabajo.

Bajaron corriendo la escalera de caracol juntos (Remus bajaba los escalones de dos en dos, todavía disfrutando de su recién descubierta movilidad) y llegaron al corredor principal, donde reinaba el pandemonio.

Cada retrato se encontraba cantando a todo pulmón, desde canciones pop muggle hasta canciones infantiles de magos,
cualquier cosa que a los de tercer año se les hubiese ocurrido al momento de lanzar el hechizo, supuso Remus. Las armaduras habían dejado sus puestos y se habían dedicado a seguir a los estudiantes. Remus esperaba que no fuera algo demasiado amenazante, después de todo, no estaban haciendo nada, solo imitando movimientos. Había sido idea de James, rey de los hechizos de locomoción.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora