Capitulo 6: Primer año: Venganza

2K 216 193
                                    

—Así que —dijo James una noche de Domingo —, ¿cómo se las vamos a devolver?

—¿Devolvérsela a quién? —preguntó Peter, sin voltear a ver, buscando por algo entre sus notas.

Se encontraban en la torre de Gryffindor, tratando de hacer sus deberes para McGonagall. Treinta y cinco centímetros sobre las leyes básicas de transformaciones. Sirius y James ya habían terminado los suyos, Peter llevaba al menos 15 centímetros, y Remus ni siquiera había empezado.

—A los Slytherins —siseó James —, mantente al tanto, Pete.

—¿No a todos los Slytherins? —preguntó Peter, sonando preocupado —, solo a Snape y Mulciber, ¿cierto?

—A todos ellos. —confirmó Sirius. Justo había aparecido debajo del escritorio que compartían, y le mostró un trozo de pergamino —. ¿Es esto lo que buscabas?

—¡Gracias! —Peter lo agarró, aliviado —. Ya casi he terminado...

—¿Ya los has hecho, Lupin? —Sirius miró por encima. Remus había abierto su libro, pero ni siquiera le había echado un vistazo. Había considerado enclaustrarse a sí mismo en la biblioteca una noche y tratar de leerlo propiamente – podía leer, si se enfocaba muy, muy bien. Pero la oportunidad no se había presentado, y si era honesto, realmente no quería hacerlo. Desde la clase de Pociones los cuatro se habían vuelto amigos de verdad, y Remus no quería perderse nada.

—Nah. —Se encogió de hombros en respuesta a Sirius —. No se me da la gana.

—Dinos si necesitas ayuda.

—Puedes copiar los míos si necesitas ayuda. —James empujó sus deberes sobre el escritorio. Remus los empujó de vuelta, rechinando los dientes.

—Estoy bien. No soy estúpido.

—Nadie dijo que lo fueras. —respondió James, de manera casual. Sirius lo miraba, sin embargo. Remus quería golpearlo, pero estaba intentando no arremeter tanto – James y Sirius a veces jugaban a pelearse, pero nunca intentaban lastimarse de verdad, como él lo había hecho con Snape. Forzándose a sí mismo a tragarse su mal genio, Remus optó en vez de ello por cambiar el tema.

—Podría poner polvo picapica en sus camas. —ofreció. Alguien le había hecho eso una vez. Había tenido sarpullido por una semana entera, y en la noche de la luna llena se había rasgado la piel más de lo usual —. O en su ropa... si podemos averiguar quién la lava, en cualquier caso.

Esto había sido algo de gran preocupación para Remus – su ropa sucia parecía simplemente desaparecer y luego resurgir, limpia y doblada en sus baúles. Nunca había atrapado a nadie más en la habitación, y no lo podía comprender en absoluto.

—Me gusta —respondió James, mordiendo su pluma —, ¿aunque alguien tiene polvo picapica?

Los tres chicos sacudieron la cabeza.

—Podría ordenarlo de Zonko. —dijo Sirius —. Si me prestas tu búho, James, mamá confiscó el mío después de la selección.

—Supongo —respondió James —, aunque me gustaría que fuera antes. Ya sabes, tomar aprovechar la oportunidad.

—No necesitamos comprar polvo picapica —dijo Remus, de pronto, teniendo una idea brillante —, ¿creen que tengan escaramujos en el invernadero?

—Síp —habló Peter, la cabeza aún agachada sobre sus deberes —, para pociones curativas – artritis, creo.

—Los pelos de adentro te hacen picar, y mucho —Remus explicó, emocionado —, Matrona – la mujer que dirige el hogar para niños – ella los siembra, y si te metes en problemas te hace sacarles las semillas sin guantes. —sus dedos picaban solo de pensar en ello.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora