Capitulo 48: Tercer año: Sirius cumple catorce

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Viernes 2 de Noviembre, 1973

Remus observó el dormitorio desde la puerta, y — descubriendo que no había moros en la costa — se arrastró dentro. Cuidadosamente abrió su maletero y metió el paquete, cubriéndolo con un viejo par de jeans.

—Hola Moony, —una voz a su espalda le causó tal susto a Remus que dejó caer la tapa del maletero con un fuerte *THUNK* y se dio la vuelta. James emergió desde el baño, su cabello oscuro mojado y sus lentes empañados.

—Hola. —Dijo, esperando no parecer que tramaba algo.

— ¿Estás tramando algo? —dijo James entrecerrando los ojos.

—No.

— ¿Qué estás haciendo?

— ¡Nada!

— ¿Es el regalo de cumpleaños de Sirius?

Los hombros de Remus cayeron, suspiró.

—Sí.

—No tienes que esconder eso de mí, Moony, —James rio, fácilmente, arrojando su toalla a la cama y empezando a vestirse. —No le diré.

Remus solo se encogió de hombros incómodamente. Realmente solo quería esconder el hecho de que había pasado las últimas dos horas en el baño de niñas del cuarto piso intentando envolver la estúpida cosa, con Myrtle la Llorona parloteando sobre su cabeza, sin darle ningún consejo útil, para nada.

También estaba tratando de evitar preguntas incómodas sobre donde había conseguido el dinero. Su reserva de cigarrillos robados estaba casi completamente agotada a estas alturas, y tenía solo suficiente dinero para comprar regalos de Navidad para sus amigos y — si era prudente — algo para sí mismo. Realmente no quería comprarse nada, pero le gustaba la idea que más adelante pudiera comprar algo si le daba la gana.

—Afortunadamente es un Sábado este año, —le dijo a James, relajándose un poco, — ¿Sabes que vamos a hacer?

—Bueno obviamente, le tendremos que cantar ‘feliz cumpleaños’ al desayuno, —dijo James, muy seriamente.

—Obviamente. —Dijo Remus de acuerdo.

—Y al almuerzo y a la cena. Tengo práctica de quidditch en la mañana, pero conseguí que Hooch me diera una media hora extra en la pista antes que los Ravenclaws la ocupen, entonces podríamos volar un poco.

—Oh, bien, —dijo Remus, con un poco menos de entusiasmo. Su idea de pasar un buen rato no consistía en sentarse en las bancas de quidditch solo, una fría mañana de Noviembre — pero era el cumpleaños de Sirius, después de todo. Tal vez podría llevar un libro.

—Después supongo que tendrá que hacer eso del té en la tarde con Regulus y Narcissa. Entonces, tendremos que averiguar cuando termina eso, antes de preparar una fiesta apropiada. ¿Crees que a los otros les importe si usamos la sala común?

—No, —Remus sacudió la cabeza, con confianza. Nadie podía decirle que no a James y Sirius — especialmente a una gran, ruidosa, fiesta de cumpleaños. Esto era cierto en cualquier punto durante el año, pero especialmente esta semana, cuando la popularidad de los merodeadores parecía estar en la cima.

Remus difícilmente había conseguido caminar por los corredores desde el Miércoles sin escuchar una aclamación, o siendo golpeado cariñosamente en la espalda por sus compañeros Gryffindors, Ravenclaws o Hufflepuffs. Los Slytherins aún fruncían el ceño, aún miraban furtivamente si pasaban junto a ellos — pero no podían decir nada. Unos pocos lo intentaron, por supuesto. Por los primeros dos días después de Halloween, los ocasionales ‘bellezas angelicales’ o ‘parientes de pelusas de miel’ podían ser escuchados — y eran recibidos con estridentes risas. Snape incluso había perdido completamente su temperamento durante la lección de Encantamientos del Viernes y había llamado a James un ‘amoroso muñequito’ que casi mató a Sirius de la risa, y mortificó a Lily.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora