Capítulo 148: Séptimo Año: La final

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Nota: Bullying, y lenguaje (muy) inapropiado desde el comienzo hasta el final.

Oh mierda. Oh, maldita sea. ¡¿Cómo diablos había sucedido esto?! ¡¿Cómo había dejado que todo llegara tan lejos?! La boca de Remus estaba seca, sus palmas húmedas, y cuanto menos se hablara de su interior, mejor. Deseó tener a Sirius cerca, o incluso a James, para ayudarlo a calmarse. Pero nadie podía ayudarlo ahora. Estaba por su cuenta.

McGonagall se volvió hacia él.

— ¿Listo, señor Lupin?

Tragó saliva y asintió con la cabeza. Era hora de morder la bala.

Joder. Todo esto era culpa de Christopher.

...

Todo el lío había comenzado cuatro días antes. Los merodeadores estaban en la biblioteca estudiando para su último examen; Aritmancia. Bueno, Peter no tomaba Aritmancia, pero de todos modos se quedó allí; aparentemente para apoyo moral, pero sobre todo para proporcionarles sustento. Había sido un regalo del cielo para Remus en particular, haciendo viajes a cada hora a las cocinas y regresando con pasteles de caldero, tortas, tocino y tartas de mermelada.

— Son las once y media — bostezó Sirius — Vamos, no creo que mi cerebro pueda absorber más conocimiento esta noche.

— Creí que tu cerebro no absorbía nada... ¡Ay! — James hizo una mueca cuando Sirius lo pateó debajo de la mesa.

— Vamos — repitió — pronto será el toque de queda, de todos modos.

— Estamos con el Head Boy, no creo que el toque de queda importe. — Remus respondió, garabateando tan rápido como su pluma le permitió.

Pero James había captado el bostezo de Sirius. Se quitó las gafas y se frotó los ojos, apartándose del escritorio.

— No, Padfoot tiene razón, llevamos aquí horas. ¿Dejemos de hacerlo y tengamos una sesión de revisión mañana?

Peter miró a Remus esperanzado, claramente aburrido. Remus frunció el ceño a todos ellos.

— Ustedes váyanse, si quieren, pero prefiero no perder el tiempo ¡Es nuestro último exámen!

— No estás perdiendo el tiempo — dijo Sirius — Has estado tanto en la biblioteca este trimestre que están considerando colocar una placa en tu honor.

— Es necesario. — Remus dijo: — Quiero vencer a Snape.

— Y lo harás. — Sirius lo tranquilizó — Vamos, te están saliendo ojeras negras.

— Oh no — suspiró Remus, sarcásticamente, guardando sus papeles —Mi hermosa apariencia, arruinada...

— Cállate, hermoso idiota. — Sirius le dio un leve codazo.

Recogieron el resto de sus libros, limpiaron las migajas lo mejor que pudieron y se dirigieron a la salida de la biblioteca. Todavía había muchos alumnos estudiando, todos en diferentes estados de angustia.

— No puedo esperar a que todo termine — susurró Peter — ¡Imagínense! ¡No más deberes, para siempre!

Remus debió verse afectado por esto, porque Sirius ladró de risa y le pasó un brazo por los hombros (ese era un gesto fraternal, decidió Remus, así que le permitía hacerlo en público).

— Todavía tendrás plazos de entrega. — reflexionó James, bostezando de nuevo cuando entraron en los pasillos del castillo con poca luz. — Si vas a tener un trabajo en el Ministerio. Papá se queja de ellos todo el tiempo.

— Dudo que alguna vez llegue a ser tan importante como tu padre — respondió Peter, metiendo las manos en los bolsillos.

— ¿Cómo van las solicitudes de trabajo, de todos modos? — James le preguntó.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora