Capítulo 162: La guerra: La historia de Moony

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Estaba en una pequeña habitación blanca, con un techo bajo rayado con vigas negras. Había una pequeña ventana cuadrada, pero las cortinas estaban corridas. Alguien lo había lavado, y ya no tenía sangre en todas partes, gracias a Dios, aunque todavía podía olerla, débilmente, y saborearla también. Estaba acostado en una cama individual y, aparte de una mesita de noche con una lámpara vieja, no había mucho más en la habitación.

La puerta estaba entreabierta y Remus podía oír voces en el pasillo exterior.

— Marlene está aquí, — la voz de James se escuchó claramente, — ¿Debería dejarla subir? ¡¿Le hiciste alguna pregunta?!

— Sí, envíala arriba. No está despierto… — dijo Sirius, su voz sonaba extraña. — Pero definitivamente es él. Tiene que serlo.

— ¡¿Estás seguro?!

— Lo primero que dijo cuando aterrizó fue 'mierda', estoy bastante seguro. — Sirius espetó.

— Cierto. — James respondió, sin humor. Bajó la voz a un susurro, — Padfoot… tú viste toda esa sangre. Y con el ataque de anoche...

— ¡Veamos lo que tiene que decir, antes de sacar conclusiones precipitadas, ¿De acuerdo ?! Dile a Marlene que suba.

— Pero, y si no es seguro...

— Entonces me quedaré en la maldita habitación. ¡¿Podemos dejar que alguien lo mire, maldita sea?! ¡Ni siquiera tiene una varita!

— Está bien, está bien... — James cedió.

Dios, pensó Remus, mientras la vergüenza se apoderaba de él como polvo. Creen que no soy yo. Creen que soy un espía. ¿Qué tan mala se había vuelto la guerra en el mes en que había estado fuera? Se devanó el cerebro intentando encontrar rápidamente una forma de demostrar su identidad. La idea de que Sirius no confiara en él era demasiado dolorosa como para soportarla.

Hubo un lío de pasos en el pasillo exterior, y finalmente la puerta se abrió. Remus trató de incorporarse de inmediato, impulsándose con los brazos, mientras Sirius entraba en la habitación.

— ¡Padfoot, te juro que soy yo, soy Moony! Te ayudé a hacer el mapa de los merodeadores, y pusimos escaramujos en la cama de Snivelllus, y fuimos a patinar al lago en Navidad y yo lo odié, pero tú eras muy bueno, y... y...

— Shh, Moony, — Sirius lo tranquilizó, sentándose en la cama con cuidado y colocando sus manos gentilmente en su hombro — Acuéstate por el amor de Dios, Godric sabe qué te habrás roto, idiota...

— ¡¿Sabes que soy yo?! — Remus agarró los brazos de Sirius, pero permitió que lo volvieran a acostar.

— Por supuesto que sí. — Sirius se inclinó y besó su frente — Te reconocería en cualquier parte. Mira, lamento lo de Prongs, está al borde. Las cosas han estado un poco...

— Está bien, está bien, ¡Dale un poco de espacio!

Sirius se dio la vuelta para ver a Marlene irrumpir en la habitación, su túnica verde de sanadora volando y su bolsa de cuero en la mano.

Empujó a Sirius fuera de la cama y se inclinó sobre Remus, poniendo una mano fría en su frente y mirándolo a los ojos, su rostro pecoso lleno de dulce preocupación. Ella sonrió.

All the young dudes - españolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora