Capítulo #47: Hoyo

75 7 5
                                    

Unos días antes...

ISMAEL

- Hola, papá. ¿Para qué me llamaste a esta hora? – entré a su departamento y dejé de hablar cuando observé a los alrededores a algunos hombres vestidos de negro parados y solo uno sentado en el centro - ¿Qué sucede? – miré desconfiado a mi papá cuando cerró la puerta. No sé, pero el ambiente es pesado, muy pesado.

- Siéntate – lentamente tomé asiento. Papá hizo lo mismo.

Al frente tengo a un hombre tatuado con apariencia de maleante.

- ¿Cómo estás, Ismael? – preguntó él cruzando sus piernas. He de creer que esta plática va a ser larga.

- Supongo que bien – analicé cada uno de sus rasgos. ¿Cómo sabe mi nombre si yo no lo conozco? - ¿Quién es usted y cómo sabe mi nombre? – pregunté, mientras él sonrió de lado.

- Relájate, mi querido Ismael – mi frente se arrugó porque no me gustó para nada su contestación. No lo conozco de nada y ya me ordena.

- Papá, ¿quién es este hombre? – me harté. Si no recibo información pienso irme pronto – ¡Di algo, padre! – me cabreé. No decía nada. Solo se dedica a mirar a este hombre de cabello castaño. Moví mi lengua por los lados de mi boca – Me voy – me levanté.

- ¡EH, siéntate! – ordenó como si fuera un rey - ¡Toma asiento o si no la cabeza de tu padre volará en este momento! – dijo desde su asiento muy molesto. Abrí mis ojos como plato y ahora no me puedo imaginar en que lío se ha metido mi padre – Si tanto te importa él, regresa a la silla – dijo calmado limpiando sus dedos. Me hago la idea que no le importaría dejar sin vida a uno de los dos. Con temor miré a sus hombres, quienes no escondían sus armas. La mejor opción que tengo es hacer caso por la vida de mi progenitor - ¡Bien! – entrelazó sus dedos – Guarda silencio y escucha – tragué saliva – Me presento, soy Eduardo Sonrat y soy un gran amigo de tu papá como te puedes dar cuenta.

- ¿Dijo Sonrat? – pregunté. Ese apellido lo recuerdo muy bien.

La melodiosa voz de Rubí lo mencionó en el restaurante cuando discutíamos de las acciones o cuando recibí aquí mismo una llamada que por lo que me estoy dando cuenta es él quien estaba en la otra línea.

- Sí. Mi apellido es Sonrat – perplejo observé a la nada para luego notar el estado de pánico del hombre a lado mío.

- ¿En qué estas metido, padre? ¡¿EN QUÉ?! - le grité.

- ¡Oh, no no no! – se acomodó – Él no está metido en mi negocio, si no que tú también lo estas.

- ¡¿Qué?! ¡Yo no lo conozco! ¡Jamás he hablado con usted antes y no he aceptado ningún negocio con usted!

- Tiene razón en todo lo que dices, pero tú papá te ofreció. Digamos que has hecho todo lo que he dicho sin saber la verdad.

- ¡¿Ha perdido la cabeza o qué?! – escupí.

- Paul, ya puedes hablar – dijo el hombre.

- Hijo, escucha – fruncí el ceño al escuchar la voz de mi padre. Le hace caso a un ser humano igual a nosotros. No comprendo.

- ¡¿De qué habla este hombre?! ¡¿Acaso estás metido en una mafia?!

- Tranquilo – eso es lo menos que puedo estar entre cuatro paredes llenos de asesinos a sangre fría.

- ¡Cállense los dos! – gritó – Voy a tener la gentileza de explicarte todo rápido porque no tengo tiempo para niñerías, pero te tendrás que callar.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora