Unos días antes...
ISMAEL
- Hola, papá. ¿Para qué me llamaste a esta hora? – entré a su departamento y dejé de hablar cuando observé a los alrededores a algunos hombres vestidos de negro parados y solo uno sentado en el centro - ¿Qué sucede? – miré desconfiado a mi papá cuando cerró la puerta. No sé, pero el ambiente es pesado, muy pesado.
- Siéntate – lentamente tomé asiento. Papá hizo lo mismo.
Al frente tengo a un hombre tatuado con apariencia de maleante.
- ¿Cómo estás, Ismael? – preguntó él cruzando sus piernas. He de creer que esta plática va a ser larga.
- Supongo que bien – analicé cada uno de sus rasgos. ¿Cómo sabe mi nombre si yo no lo conozco? - ¿Quién es usted y cómo sabe mi nombre? – pregunté, mientras él sonrió de lado.
- Relájate, mi querido Ismael – mi frente se arrugó porque no me gustó para nada su contestación. No lo conozco de nada y ya me ordena.
- Papá, ¿quién es este hombre? – me harté. Si no recibo información pienso irme pronto – ¡Di algo, padre! – me cabreé. No decía nada. Solo se dedica a mirar a este hombre de cabello castaño. Moví mi lengua por los lados de mi boca – Me voy – me levanté.
- ¡EH, siéntate! – ordenó como si fuera un rey - ¡Toma asiento o si no la cabeza de tu padre volará en este momento! – dijo desde su asiento muy molesto. Abrí mis ojos como plato y ahora no me puedo imaginar en que lío se ha metido mi padre – Si tanto te importa él, regresa a la silla – dijo calmado limpiando sus dedos. Me hago la idea que no le importaría dejar sin vida a uno de los dos. Con temor miré a sus hombres, quienes no escondían sus armas. La mejor opción que tengo es hacer caso por la vida de mi progenitor - ¡Bien! – entrelazó sus dedos – Guarda silencio y escucha – tragué saliva – Me presento, soy Eduardo Sonrat y soy un gran amigo de tu papá como te puedes dar cuenta.
- ¿Dijo Sonrat? – pregunté. Ese apellido lo recuerdo muy bien.
La melodiosa voz de Rubí lo mencionó en el restaurante cuando discutíamos de las acciones o cuando recibí aquí mismo una llamada que por lo que me estoy dando cuenta es él quien estaba en la otra línea.
- Sí. Mi apellido es Sonrat – perplejo observé a la nada para luego notar el estado de pánico del hombre a lado mío.
- ¿En qué estas metido, padre? ¡¿EN QUÉ?! - le grité.
- ¡Oh, no no no! – se acomodó – Él no está metido en mi negocio, si no que tú también lo estas.
- ¡¿Qué?! ¡Yo no lo conozco! ¡Jamás he hablado con usted antes y no he aceptado ningún negocio con usted!
- Tiene razón en todo lo que dices, pero tú papá te ofreció. Digamos que has hecho todo lo que he dicho sin saber la verdad.
- ¡¿Ha perdido la cabeza o qué?! – escupí.
- Paul, ya puedes hablar – dijo el hombre.
- Hijo, escucha – fruncí el ceño al escuchar la voz de mi padre. Le hace caso a un ser humano igual a nosotros. No comprendo.
- ¡¿De qué habla este hombre?! ¡¿Acaso estás metido en una mafia?!
- Tranquilo – eso es lo menos que puedo estar entre cuatro paredes llenos de asesinos a sangre fría.
- ¡Cállense los dos! – gritó – Voy a tener la gentileza de explicarte todo rápido porque no tengo tiempo para niñerías, pero te tendrás que callar.
ESTÁS LEYENDO
Solo quiero tu verdad
RomanceAl principio no me agradó mucho aquella noticia que hizo que mis planes se arruinaran en tan solo un día. Aquel hombre que me escogió para que sea su escolta era muy misterioso, no se parecía en nada con las otras personas con las que había trabajad...