Capítulo #84: Verte

34 3 3
                                    

- ¿Mi bebé está bien? – tengo miedo de escuchar una revelación desafortunada al ver como él atrapa una silla de ruedas sin respaldar y se acerca a mí de nuevo, luego de estar revisándome con unas cosas raras dentro de mí y estar sacándome sangre. Todo esto estando en completo silencio – ¡¿Está bien sí o no?! – digo sobresaltada, levantándome un poco de la cama, mientras su compañero se lleva la máquina de ecografía. La pena de ser vista íntimamente se esfumó desde que puse en primer lugar la vida de mi bebé.

- Tranquila. Necesito que te relajes – sostiene mi mano derecha acostándome de nuevo. Él parece ser un hombre bueno de 35 años, que no sé qué hace trabajando aquí y menos para ese criminal de afuera.

- ¡Dígame algo, por favor!

- Si no te calmas, sí que puede pasar algo con tu bebé, así que tranquilízate, por favor – dice apacible y exhalo despacio - Recuerda que todas tus emociones las percibe el bebé – da unas palmadas a mi mano y asiento afligida – Por fortuna, tuviste una amenaza de aborto y digo por fortuna, porque no llegó a hacer un aborto espontáneo e inevitable. Ya eso sería otro cuento – dice como si fuese mi amigo - Tu bebé está bien, el desprendimiento de tu placenta es leve y necesitarás estrictamente reposo para que se detenga el sangrado. No te preocupes, no será por mucho tiempo – me guiña un ojo que no me lo puedo creer.

- ¿Me está diciendo la verdad?

- Sí, no te estoy mintiendo – niega - Tu bebé aún se encuentra en tu vientre como lo viste en la máquina.

- ¡Yo no vi nada! – digo confundida – Ni siquiera me dijo algo o me explicó.

- Es verdad, tienes razón. Estaba tan concentrado de ver que todo estuviera bien – se disculpa y se nota bastante sincero – Ehh... tu bebé es un embrión, ni feto podría llamarlo aún. A partir de la semana 5 podrás reconocerlo, pero siguiera siendo como una semilla muy diminuta y en la semana 6 podrás escuchar el latido de su corazón por primera vez - invade el agua salada mis ojos. Limpio mi rostro estando muy feliz de saber que mi pequeño o pequeña este conmigo – Ahora que ya ambos están a salvo, ¿qué fue lo que pasó? – interroga.

- Nada – descanso mi cabeza en la cama mirando a otro lado. No quiero recordarlo, pero me es imposible.

¡NO TIENES A NADIE!

- Mi intención no es llevarte de nuevo a ese momento, pero necesito saber para aconsejarte de otros riesgos que existen en la gestación y que debes prevenir aún más teniendo 3 semanas de embarazo.

- ¿3 semanas? – volteo a verlo.

- Sí, tienes 3 semanas y tengo que seguir chequeándote en tu proceso. Eduardo tendrá que traerte más seguido.

- ¡No! – digo exaltada.

- Tranquila. ¿Algo pasa con él?

A este hombre lo conozco desde el suceso de mi cabeza rota y lo conocí más cuando fue a la mansión a sacarme los puntos, ya que Sonrat no quería que vuelva a salir o por lo menos reconocer algo de las calles y que tenga pistas de donde estoy. Su cabello afro esponjoso lo hace ver chistoso y es tan amable que desentona entre estos matones, sin embargo, no creo que sea del todo fiable. Los años de trabajar aquí ponen en tela de duda sus valores.

- ¿Qué hace un tipo como usted trabajando aquí y peor para ese hombre?

- Hmm. Interesante pregunta – sonríe y se soba las manos.

- ¿Está obligado a estar aquí como yo?

- Desconocía que estabas obligada. Yo pensaba que eras la nueva chica de Eduardo, por como siempre pide ayuda para vos y pareces importarle mucho.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora