Capítulo# 89: Rescate 1

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Gianluca

En contra de mi ansiedad y mi locura es que terminé aceptando su rescate para el día siguiente, la luz del día nos ayudará y nuestra preparación y plan será más perfectos que el del enemigo que no espera ni nuestras sombras. No pude ni pegar ni un ojo en toda la madrugada, solo de pensar que ese asesino puede llevársela a otro lugar en segundos y perderla de nuevo me carcomería el cerebro.

Mi familia está al día de lo que está sucediendo con mi vida y lo perdido que me encuentro sin ella. He recibido su apoyo incondicional todos los días desde cuando regresé, sobre todo el de mi madre, pero hay tantos problemas y detalles que no dejan que concilie el sueño en paz. Uno de ellos es el señor Riera, su mirada hacia mí es de total odio y rencor y eso le perturbará a ojos de otoño cuando decida abandonarlo y venirse conmigo.

Estando en la regadera en la mañana es que pensé en que lo teníamos TODO, todo para ganarle la pelea a una mente maestra como Eduardo Sonrat porque con la información extraída de uno de los guardaespaldas capturados del Fénix es que llegamos a este rancho de vastas hectáreas, al cual lo estamos vigilando desde hace dos horas estando a tres cuadras atrás con los carros escondidos a la izquierda.

Nos estamos preparando con lo último que falte, sabemos cuál es el plan, sabemos las rutas de acceso y bloqueos que hay en el interior de este rancho a kilómetros de distancia del pueblo, sabemos de sus trampas y escondites. Las autoridades policiales, los agentes de estacionamiento, los operadores de cámaras de vigilancia, los guardaespaldas de la familia y los de la salud estamos listos para actuar.

- ¡No se olviden de los puntos donde están ubicadas las minas terrestres! ¡Abran bien los ojos y los oídos! - le grita el oficial Alejandro a sus policías que están excelentemente equipados de pie a cabeza.

- ¿Podemos confiar en un ex empleado de Eduardo Sonrat capturado? - me pregunta Joseph y hace que todos mis compañeros me observen. Trago saliva duro.

- No lo sé, Joseph, pero no hay otra salida - respondo fijando la mirada en la nada pensando en ojos de otoño y nuestro bebé.

Todos nos estamos metiendo en terrenos peligrosos, pero tenemos que hacerlo. Yo más que nadie quiero hacerlo. Si no fuera por el oficial Alejandro no estaría aquí luchando por volverla a ver con todo lo necesario para protegerme y así volvernos a reunir los tres.

Rubí.

Me veo en dos días más perdiendo el control, volviéndome loca, ahogada en estas cuatro paredes. Es el colmo que Sonrat me haya colocado en una habitación parecida a ese contenedor, hasta luego ventanas y balcones porque aquí no va a haber y es el precio por haber estado con Gian, palabras manifestadas por él. Estoy nula de saber en qué hora vivo, lo único que tiene sentido es que sé que ayer me despedí de mi amor.

Ver su rostro de sorpresa al saber que va a ser papá me llena de esperanza y de felicidad, saber que formaremos una familia cuando estemos juntos es aún más sanador y es algo que yo quiero, que lo merece nuestro hijo sin importar lo que digan los demás, aunque tengo bien en claro, que una vez que vuelva a casa se me vendrá una avalancha de cosas negativas a mi vida que no sé cómo podré convivir con ellas, sin embargo, quiero ser valiente y afrontarlo.

- No será nada fácil, pero tú me darás las fuerzas necesarias, ¿verdad? - acaricio mi vientre - Por lo menos, no estoy sola. Tú me haces compañía - sigo dándole un vistazo a esta habitación reducida que tiene un aspecto montañero o a finca. No es tanto de mi gusto, pero da igual, lo que importa es que he comido y descansado un poco del ajetreo de estar moviéndonos.

Estando sentada en una silla mecedora, imagino lo que encontraré afuera cuando el fénix de su consentimiento de que pueda salir a distraerme así sea caminando por los rincones. Suspiro y sigo meciéndome en esta silla, es muy cómoda que me provoca un poco de sueño y bostezo. Iba a levantarme para ir a la cama, pero un estallido muy lejano hace que me concentre solo en ese ruido. Frunzo el ceño.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora