Capítulo # 28

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Gianluca

- ¡¡Quiero ver a ese hombre, ahora!! - el señor Leonardo se había enterado de todo lo que le había sucedido a su hija menor y lo que es peor es que no quería escuchar a nadie.

- Cariño, por favor cálmate. Recuerda que tienes que estar tranquilo por tu condición - la señora Marisol intentó detener los rápidos pasos de su hombre pero era imposible. Ella más bien caminaba al ritmo de él como si la llevaran arrastrada. Aparte que llevaba unos tacones de una altura pronunciada.

- ¡Cómo quieres que este calmado con esto que me acabo de enterar! ¿Cómo? - gritó cabreado el patrón mirando los ojos apacibles de su esposa.

La mujer se asustó por aquel gritó que se hizo eco en el angosto pasillo donde pasábamos. Las manos finas de la señora Marisol se soltaron del brazo derecho de su esposo y su semblante había cambiado.

No estoy seguro pero creo que está es la primera vez que su esposo le alza la voz de tal manera. Entre ellos hubo un mensaje significativo cuando se enfrentaron entre miradas. En mi caso, solo agaché la cabeza después de entender que se aproximaba una discusión de esposos en casa.

- ¿Me acompaña, señor Riera? - preguntó el oficial encargado del caso en medio del incidente.

- Por supuesto - respondió firme mi patrón. Él le dió una última mirada a su señora y sigo con su objetivo, que era ver al hombre que intentó asesinar a Annabelle.

Guardé mis manos en mis bolsillos y observé a la señora Marisol compadeciéndome de su situación para después seguir a los dos hombres que apresuraron su paso. Dos policías más que iban con nosotros se quedaron con la mujer de cabello negro por seguridad.

Entramos a la sala de interrogatorios pero a la primera sala. Ese lugar era demasiado frío y tan gris que me transmitía tristeza. Al cabo de unos minutos hicieron ingresar al guardia de seguridad detenido y lo sentaron en una silla dando su mejor perfil pero su mirada estaba puesta en la ventana de espejo unidireccional que corresponde a la segunda sala.

Era evidente que había sufrido algunos golpes en su rostro porque así no fue como lo entregamos. Tenía el labio roto y un golpe en su ojo izquierdo. Todo por haber querido matar a una niña. Tal vez no se pueda llegar a esos términos afuera pero adentro se encargan de aplicar justicia entre ellos mismos, los prisioneros.

La ventaja que teníamos nosotros era que nosotros podíamos ver al delincuente pero él a nosotros no. Sus manos estaban esposadas por si acaso intenté algo y a una esquina había un policía con su uniforme azul vigilando sus movimientos.

Ciertamente, al guardia recuerdo haberlo visto en algunas ocasiones por la casa y sus alrededores pero nunca pase más de dos palabra con él. "Buenos días, Buenas tardes y Buenas noches", lo cual me sorprendió porque yo soy muy sociable con los demás trabajadores.

- Ahí lo tiene - señalo el oficial. Este hombre parecía a gusto con la situación. Imaginó que ya es normal en él presentar delincuentes.

- Quiero hablar con él. Frente a frente - ordenó mi patrón sin dejar de ver al hombre golpeado. Su ira era más fuerte que su tranquilidad. Sus manos se formaron en puños y sabía que esto se iba a poner más tenso de normal e iba terminar mal.

Sin embargo, entiendo y comprendo la posición del señor Leonardo, es inevitable no buscar justicia con nuestras propias manos cuando se trata de proteger a los hijos.

- Esta bien, pero antes debo comunicarle un par de noticias que se han venido suscitando durante esta semana - el oficial se mostraba amigable.

- Dígalo todo, oficial Alejandro - tragó saliva.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora