Capítulo # 49: No sana

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- Diversión y entretenimiento del bueno es lo que te puedo ofrecer. A mí no me gusta nada serio y lo que me pidas yo te lo puedo conseguir – no deja de tocar el cuello de mi leva y mi pecho cariñosamente de arriba abajo – Además que casualidad que nos hayamos encontrado en la calle – su rostro está cerca del mío, pero no la miro. Solo su cabeza llega hasta mi barbilla. ¡Diablos! Esto se lo tengo que agradecer a ojos de otoño.

- ¿No dijiste que tenías prisa y por eso querías un aventón?

La he tratado un poco en la empresa, ya que va de visita a menudo. No sé qué relación tiene con los Rieras y tampoco me interesa saberlo. Sin embargo, de tanta presión en conocerme la he comenzado a tutear y eso a ella no le molesta para nada.

- Sí, mucha prisa en que me llevaras a un lugar más cómodo donde tú y yo podamos conversar, pero parece que no me entendiste – se ríe y finjo una sonrisa mirando el pasillo vacío todavía.

Claro que le entendí y se perfectamente a donde quería que la lleve. Sus deseos en querer que la tome sexualmente se notan a lenguas.

- Estoy trabajando.

- Sí, pero que aburrido estar esperando a que salga esa chica cuando tú y yo podríamos divertirnos un poco más como la otra vez y llegar más lejos.

No puedo mentir. Sí la he besado, la he tocado, al ser un hombre libre puedo hacerlo. No obstante, solo lo hago desde la rabia que me da de no estar con Rubí y por la forma en que me trató. He intentado olvidarla tal vez de una manera equivocada, pero nadie me besa y menos despierta esa pasión de amor verdadero como ella. Y por supuesto que sé que aún sigo enamorado de esa castaña.

Y parece que la atraigo con el pensamiento porque en este instante camina el pasillo que conduce al parqueadero de la universidad. Viene conversando con una chica, pero luego se despiden y precisamente se dirige hasta donde siempre la espero con el auto.

- ¿Entonces? – preguntó – Algo me dice que Rubí va a demorar en salir. Tal vez esté...- sujeté su cara y presioné sus labios con los míos arrimándola al auto.

El contacto es fogata desde el principio, como si de verdad fuera su droga. Apoya sus senos grandes en mi torso que siento que los aplasto mucho. A ella no le molesta y hala más mi saco para adelante y hasta sube una de sus piernas por mi trasero. Sigue el intercambio de saliva, masajeo sus labios gruesos y los muerdo. Intuyo que no quiere perder el tiempo, pero yo si quiero perderlo con un objetivo que me hace quedar mal como hombre.

- Quiero llegar más lejos contigo – dije pensando en otra persona.

- Vayámonos – rogó excitada.

La pelirroja prueba la lujuria y se somete a perseguir el éxtasis hasta que escuchó una tos muy fuerte y soltó mis labios. Ya sabía quién era. Por un momento, pensé que no se atrevería a venir y si no lo hacía, no hubiese sabido como escabullirme de esta situación.

- Señorita – giré y limpié mi boca húmeda aparentando estar desconcierto. Ojos de otoño está muy, pero muy molesta. Tiene la mirada fija en nosotros.

- Oh, Rubí, disculpa lo que acabas de ver – dijo Amanda supongo que avergonzada, aunque no sé si ella pueda sentir eso. Sé que no son amigas, pero por lo poco que he visto se saludan, hablan un poco y todo lo demás.

- Hola de nuevo – hoy se vieron también en la empresa. El nivel de seriedad de Rubí es de temer - Y no, no te apures – sonrió de lado y ajustó su bolso naranja en su hombro.

- Es que nos hemos encontrado en la calle y él fue tan amable que me trajo hasta acá porque vivo cerca – me observó.

- Claro – asintió sonriente y pensativa.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora