Capítulo #32: Mala vibra

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Ya casi estaba lista para salir a desayunar con mi familia. Mi nana se encargó de levantarme algo temprano porque realmente me había vuelto muy perezosa en estas vacaciones, pero vacaciones son vacaciones y yo respeto.

Mi habitación era algo más reducida que mi habitación de la ciudad. Esta tenía una cómoda con seis cajones y un espejo pequeño. Aparte tenía otro espejo que dejaba ver toda mi silueta. Mi cama confortable tenía algunas almohadas y una colcha que me calentaba mucho en las noches. También, había una pintura al estilo de mi padre que le daba un toque peculiar a mi espacio. Tanto las paredes, el techo y el piso eran de madera. Un total cambio de decoración según mis gustos.

Cogí el arete que me faltaba y caminé hacia la ventana mientras acertaba en introducir el pendiente en mi oreja. En segundos volvieron los recuerdos de lo que observé los anteriores días. Es que era demasiado obvio lo que mis ojos vieron y lo que sentí al ver aquello entre los pastizales.

El hermoso paisaje que tenía en frente de mis narices me cambió de pensar y comencé a sentirme a gusto, pero me gustaría parar estas sensaciones de angustia cada vez que observo la ventana. Logré introducir mi arete y suspiré pensativa. Me obligué a creer que solo son imaginaciones mías y que todo está bien.

El espejo se prestó para contemplar todo mi atuendo y me sentí satisfecha con el final. Un vestido de tirantes color celeste agua con botones en el centro, pero solo eran de adornos y unas sandalias planas. Aretes del mismo color del vestido y cabello al aire porque lo tenía mojado. Mi maquillaje esta vez estaba inspirado en lo que mis padres me heredaron.

Durante este tiempo en el campo me he dado un descanso en mi interior porque aún no me era fácil dejar de sentirme mal acerca de Ismael, pero alguien se ha encargado de aliviar mi dolor, aunque sea un poco. Como siempre he dicho tiempo al tiempo y todo estará recuperado.

- Nana, ya te dije que ya voy a la terraza - dije cuando escuché la puerta abrirse. Me apuré en guardar las cosas en su lugar para que todo quede en orden. Por último, abrí mi cajita de anillos y me dispuse a ponerme uno. Se me hizo raro no escuchar la voz de nana y sentí curiosidad - ¿Eu? - terminé por voltearme y mi corazón comenzó a latir fuerte.

- ¿Te asusté? - preguntó sonriente mientras a mi casi me daba un infarto.

Sus grandes manos se aferraron a mi cintura y mis brazos terminaron en su pecho en posición de alejamiento. Igualmente, mi cuerpo se impulsó involuntariamente para poner resistencia.

- ¡Dios mío! - ya comenzaba a temer por mi vida hasta que me percaté de quien se trataba. Inmediatamente le regalé un golpe en su pecho que no fue tan grave e intenté alejarme algo enojada, pero él no me lo permitía y solo me contemplaba feliz - ¡Te pasaste! - dije evadiendo el beso que me quería dar. Como si fuera posible resistirse a eso - Me asustaste en serio, pensé que eras mi nana - Eu es parte de la familia, así que no fue una opción dejarla al cuidado de la casa. Ella siempre estará donde nosotros estemos.

- Solo fue una broma, ojos de otoño - contestó riéndose de mí.

Hace unos días me confesó su tan dulce secreto. El de que mis ojos mieles le recordaban a las hojas de otoño que se tiñen por la correspondiente estación, lo cual quedé encantada con su comparación. Él tenía mucha razón. Mis ojos mieles son como las hojas de otoño.

¡Sus ojos de otoño!

- Gianluca, casi me matas del susto y además me hiciste caer mi anillo - hice una cara tristona y deje que me sujete a su manera.

- Discúlpame - poco a poco intentó acercarse a mis labios y me quería morir de la risa viendo sus intenciones. En sus labios carnudos puse rápido uno de mis dedos índices e hice que abriera los ojos - Primero, mi anillo - sonreí.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora