Capítulo # 15: El motivo

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- Buenas días a todos - dijo Santiago en voz alta.

Se sacó las gafas negras de sus ojos y se las colocó en su camisa blanca perfectamente planchada. El asombro del señor Leonardo al escuchar una voz desconocida hizo que gire. Nosotros por nuestro lado nos levantamos deprisa. Su traje formal como siempre era impecable que dolería tanto si se llegará arruinar.

Sentí miradas ajenas hacia mi perfil que no ayudaban para nada al incómodo suceso que estaba viviendo. Mi jefe saludó a el señor Leonardo para después dar paso a una mujer vestida con un pantalón de tela negro al igual que su chaqueta y una blusa blanca que era el contraste correcto para su atuendo.

De su cuello desprendía un collar largo dorado que combinaba con su reloj. Cabello pintado rubio recogido por completo en una coleta alta. Su maquillaje se basaba en un poco de base, rímel que hacía que sus pestañas se vean más pobladas y largas. Un labial vino tinto como la bebida que embriaga y unas cejas bien dibujadas. La piel de esta mujer no era ni tan blanca, ni tan morena, lo cual me deslumbró por algún tiempo al igual que sus ojos verdes intensos.

- Traigo lo que falta - mi jefe señaló a Paula con orgullo.

- Paula Binllan, para servirle - se presentó.

Su postura firme convencía a cualquiera de ser una mujer fuerte y preparada. Bueno, en parte si lo es.

- Leonardo Riera. Encantado de conocerla, señorita Paula - dijo él sonriendo - Por favor, todos tomen asiento - las maletas terminaron en el suelo - Me imaginó que ya se conocen.

- Sí- respondió ella en vez de nosotros.

Paula se encontraba al frente mío, cosa que era imposible no topar un par de miradas llenas de tensión.

- Comienzo explicando. Paula Binllan será el cuarto guardaespaldas - informó a todos.

¡Estoy jodido!

Hace un año atrás, lo que parecía ser una conversación calmada terminó siendo un desastre. Aún llevo en mis recuerdos los ojos verdes de Paula llenos de lágrimas mezclados con furia, los cuales no me dejaron en paz por unos meses.

- Pero únicamente usted protegerá a mi hija menor Annabelle - volví a la conversación. Él dejó en claro su rol.

- Pierda cuidado, señor Riera. La niña estará muy bien protegida - dijo segura - Mi jefe Santiago ya me puso al tanto acerca de la pequeña - giró su rostro hacia él y le sonrió.

- Dígame mejor, señor Leonardo - le corrigió como a nosotros.

Ella asintió para después colocar sus manos en la mesa con tranquilidad y mirarlas. De repente, alzó su mirada y me atrapó viéndola. Al ver su rostro de cerca me dio la impresión de volver a ver las lágrimas de aquella tarde, pero en esta ocasión poco a poco desaparecían dándome a cambio un rostro seco sin emoción alguna.

- Y ustedes señores - se dirigió a nosotros tres. Su voz se elevó un poco y retiré mis ojos de ella - Los he venido analizando durante todas estas horas y ya he decidido a quienes van a proteger - lo miré con atención. Él cruzó las piernas y prosiguió - Cada uno de ustedes tienen una personalidad distinta que va acordé a cada uno de los miembros de esta familia y ¿Por qué comento esto? Se preguntarán - hizo una pausa y tragó saliva - Pues, para que la relación entre ustedes como guardaespaldas y mi familia como clientes sea más acogedora y tenga un buen comienzo - explicó con buenas intenciones.

No pensé que se preocupara por nosotros. Es cierto, que hemos tenido que tolerar a personas odiosas y poco educadas que ni siquiera el dinero gastado en unas de las mejores escuelas ha podido corregir, papás consentidores, hijos rebeldes que ya mismo quieren que les hagan todo y llenos de palabras groseras, esposas despreocupadas por su hogar y que en lo único que piensan es en comprar ropa y más ropa con el dinero de sus maridos.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora