Capítulo #78: Letras

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Lo siento, no es un capítulo completo. Tuve que cambiar algunas cosas que no coincidían. Me apresuraré en publicar el otro pedazo.

Rubí

- Buenos días, amor - musito sonriendo de oreja a oreja con mi voz extraña de recién levantada al verlo bostezar. Estira sus brazos estando boca abajo como yo y cuando vuelve a recogerse destila una sonrisa de bebé en su rostro mañanero. Podríamos decir que no hemos dormido las horas que se necesitan para el día, pero no cambiaríamos por nada el tiempo que pasamos juntos - ¿Quieres que siga? - pregunto y asiente con los ojos cerrados - Tus lunares son como rubíes - digo acariciándole su espalda y abre los ojos abruptamente que pude observar su celeste agrandarse y volver a su tamaño. Ha recordado lo del papel, lo que lo lleva a atraparme juguetonamente hacia su torso y muero de la risa y el encanto.

- Desde que Emilio supo que te llamas Rubí, paró de molestarme con ese apodo - todavía está adormilado, que se esconde en mi cuello, mientras revuelvo sus cabellos despacio.

- No se volverá a meter contigo - digo entre risas y comienza a bombardearme de besos, uno tras otro.

- Hija...- abro mis ojos como plato y ambos nos quedamos congelados. Se fugo nuestra alegría con ese llamado - Rubí, ¿estás ahí? Ábreme.

- ¡Demonios! - exclama él entre dientes y siento mucho pánico, sin embargo, hago que Gian se esconda donde siempre y me coloco mi bata de toalla con mis pantuflas grises. En mi closet. Él también parece nervioso, por eso se guarda en el espacio con una de mis sábanas en su cintura. Su cabeza está en juego ahora.

- Hija, sé que estás ahí - mueve la manilla del otro lado insistentemente.

- ¡Ya voy, mamá! - grito - ¡Quédate ahí! - apunto furiosa. La ropa de él se resbala de mis manos cuando las recojo del suelo y voy a tirarla en el closet donde él la recibe como golpes. Iba a abrir, pero veo mi lencería que está en el suelo al otro lado de la cama, así que tuve que esconderla rápido en uno de mis cajones - ¡Ya! - abro la puerta sofocada.

- ¿Por qué tenía seguro la puerta? Me asusté, no respondías - ingresa un poco molesta - Creo que desde que pasó eso en la casa de campo estoy traumada con las puertas cerradas.

- Lo siento, mamá. Ya ves, estaba en el baño - mira mi bata.

- Tu cabello no está mojado - mi corazón está a punto de explotar.

- Hoy no me quise lavar el cabello - pienso veloz.

- Bueno, pensé que ya estabas lista - cambia de tema y me fijo que trae su vestuario de salida, un pantalón blanco con una hermosa blusa floreada.

- ¿Qué hora es?

- Son las 10 de la mañana, Rubí. Quedamos que a esta hora íbamos a salir.

- Lo siento, mamá. Me quedé dormida con esto de la tesis - en parte no miento - Ayer tuve una videollamada hasta tarde con mi amiga. Creo que eso hizo que no escuchara la alarma y que no supiera donde estoy parada.

- Comprendo. Me da orgullo que te preocupes por tus estudios también - soy observada con tanta admiración que no soy capaz de corresponderla porque le he mentido un poco - Bueno, después de todo ser la futura presidenta y esposa del dueño tiene sus ventajas. Podemos llegar a la hora que queramos - dice con un toque de picardía y niego - Vístete rápido, las modelos me esperan. Tampoco es que pueda abusar mucho - su joyería resuena por la habitación cuando mueve sus manos por todos lados - Por cierto, Rubí, muy mal con tirarle la puerta en la cara a Amanda. No lo vuelvas hacer, ni a ella, ni a otra persona.

- La manilla se me resbaló, mamá.

- Te creeré esta vez, aunque yo sé lo que vi - exhala profundo - Espero que no tengas problemas con ella en el trabajo.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora