Capítulo #53: Amarnos

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Se recomienda leer el capítulo anterior primero.

Rubí

Me entretengo preparándome un té y pensando las horas que se va tomar esta imparable lluvia que me tiene encerrada. En puntillas me alzo para alcanzar el frasco de azúcar, pero mi mano no es lo suficientemente larga para llegar a mi propósito. Cojo más impulso y por el otro lado mío se acerca un brazo ajeno a ayudarme. Su sombra se asoma a mi espalda y me sofoco demás. Pone el frasco en el mesón.

- Gracias - digo mirando la pared de frente.

La verdad es que yo ya iba a coger un banco antes de que llegara. Su presencia masculina se deshace de mi espalda, sin embargo, no se ha ido del todo. Por el rabiño de mi ojo derecho veo que está en una esquina observando mis movimientos. Tanto me pone nerviosa que me arreglo mi melena varias veces.

- ¿Quieres también uno? - quiero romper el hielo que congela mi aire.

- Te demoraste en preguntarme - el agua con color amarillento da vuelta en forma de huracán por la cuchara que muevo.

- Perdón, es que no estoy acostumbrada a servirle a la servidumbre - doy la vuelta y le dejo su vaso servido en el mesón contestando a su sarcasmo.

- Gracias - le costó agradecerme. Creo que quería decirme otras cosas, no obstante, se las guarda y es mejor.

Bebo mi té sola en calma en uno de los muebles que dan la vista a la ventana. Mis manos se calientan más y mi lengua se quema por el líquido. Circulan las horas como mi bebida por mi garganta y me hace sentir sumamente tranquila estar recostada mirando la mini inundación de afuera. El vidrio de la ventana no tiene claridad y los truenos me hacen saltar por momentos y Gian sólo me contempla del otro lado también recostado. Pienso que cuenta las horas para poder salir de aquí.

Suelto mi vaso en la mesita del centro y me pongo de pie para descansar definitivamente. El aburrimiento junto con el silencio van marcando territorio para consolidar mi sueño y a lo que voy a cerrar la puerta de la habitación su voz me interrumpe.

- No cierre la puerta - dice desde el mueble.

- ¿Por qué? - pregunto serena.

- Tengo que estar pendiente de usted - volteo los ojos y no pienso hacerle caso - Te dije que no la cierres - no sé cómo llega tan rápido, pero atrapa la puerta.

- ¡Quiero dormir tranquila!

- Puedes hacerlo, pero dejando la puerta abierta - otra vez sus estupideces y de paso se adentra.

- Por favor, quiero dormir. No me colapses la cabeza y vete - indico la puerta y se niega. No, este hombre no se va a salir hasta que acepte - Oye, ¡¿crees que me voy a escapar por la ventana o qué con esta lluvia?! - pregunto casi gritando.

- De usted podría esperarme lo que sea - se fue el sueño total.

- Ponle un alto a tus ofensas - advierto.

- Lo mismo digo. ¿Va a dejar la puerta abierta? - cuestiona fresco a ver si he entendido su petición obligatoria y más eleva mi cólera.

- ¡No sé qué hago aquí contigo la verdad! - susurro tocando agotada mi frente. Es que nosotros no tenemos remedio alguno.

Rubí, ¡¿en qué estabas pensando?!

- Esta fue tu idea, así que no me vengas con reclamos. ¿Querías estar aquí? Pues aquí estás, así que te aguantas - apunta al suelo muy energético.

- ¡¿Qué te pasa?! ¡¿Por qué me hablas así?! - pregunto sin entender - En el auto estábamos muy bien, teníamos la fiesta en paz y llegamos acá y comienzas a tratarme mal.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora