Capítulo#92: Amor 1

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Gian

Leo el informe clínico de ojos de otoño por cuarta vez.

Informe de entrada de la paciente.

Rubí Fiorella Riera Arauz, estable, deshidratada, anemia-baja de peso, hematomas en su rostro y cuerpo, alteraciones psicológicas, no hay signo de abuso sexual.

Cosido quirúrgico en la cabeza y su proceso de sanación y recuperación excelente. Embarazo: un mes, el embrión se encuentra en el saco gestacional con un leve desprendimiento. Amenaza de aborto anteriormente y continua con altas probabilidades de un aborto espontáneo. Necesario, chequeos constantes y tratamiento.

Pongo el informe en su lugar en el tablero plateado delante de la cama y vuelvo a prestarle mi brazo acalambrado y mi pecho como almohada.

- Tu papá quiere verte, ya mismo ha de estar por aquí de nuevo por los corredores queriendo entrar. Es el tercer día, no creo que pueda comprender un día más tu petición de no querer ver a nadie. ¿No crees? - le pregunto drogado en esa fragancia que ella solo puede tener y que quizás cuando no la tuve cerca, quise adaptarme, pero fue una patada para mí. La extrañaba demasiado. Un montón.

- No lo sé. Yo...No sé, no sé - titubea asustada jugando con una de mis manos viendo lo grande que es la mía a comparación de la suya que parece de una niña.

Hablar del señor Leonardo con ella es como si se le fuese el aire de los pulmones, abriendo camino a la ansiedad, que por lo que me he dado cuenta ha ganado gran altura con todo lo sucedido. Debió ser muy fuerte para ella y quiero ayudarla.

Sus muñecas llevan cables conectados a una máquina que monitorea sus signos vitales. Por nuestro lado no le tememos porque todo marcha muy bien incluso para la otra semana tenemos cita para oír el latir de la nueva vida que hemos creado y estamos más ansiosos por recibirlo o recibirla. Queremos que el tiempo corra rápido y que por supuesto, ella mejore para que el bebé también pueda estar bien.

- Mañana ya tenemos que irnos - con suavidad paso la palma de mi mano por su frente hasta recorrer su melena castaña.

- No quiero hacerlo. Esta tranquilidad que he conseguido, no la quiero perder. ¿Tú no tienes miedo? - levanta la vista y observo sus pupilas dilatadas al verme como también una ligera negrura en las bolsas de sus ojos.

Tiene tantas cosas en la cabeza por resolver que no le permite disfrutar del todo nuestro momento.

- Él me odia, lo sé. Creo que ambos nos hemos estado comportando por el mejoramiento de tu salud, pero no sé hasta cuando podamos aguantar la hipocresía. Digamos que estamos tratando de evitarte malos ratos, sin embargo, la realidad es que no está de acuerdo con nuestra relación - pongo los ojos en blanco recordando lo que tenido que tolerar.

Ofrecerme dinero para romperle el corazón a su hija hasta pedirle a la seguridad del hospital, prohibirme el ingreso avisando que soy una persona peligrosa. Por suerte, ojos de otoño pidió que la única persona que quiere ver es a mí, lo cual le pudrió y la policía de la puerta también no tuvo más remedio que aceptarlo. He contribuido a la justicia, ya sea para hacer el bien o por amor.

- ¿Y eso no te asusta?

- ¿Qué cosa? ¿Qué quiera alejarte de mí? - ella asiente paciente - ¿Por qué me daría miedo? - le sonrío un poco y se contagia - Nosotros nos amamos, debe de entenderlo. Tranquila, que ni ofreciéndome todo su dinero y sus empresas, va a conseguir separarnos.

- ¡Oh no! No me recuerdes que te ofreció dinero a cambio de dejarme - aprieta sus ojos de la vergüenza - Fue horrible y triste escuchar eso. ¿Cómo puede ser tan...? - muerde su lengua y sé que tiene un poco de rabia, pero aún lo quiere. A pesar de los engaños y todo, lo quiere. Eso habla de los bonitos sentimientos de ella. Suspira - ¿Se supone que hablar con él de mis verdaderos progenitores, de nuestra relación y de nuestro bebé no me hará tener un mal rato? - esa pregunta hace que aterrice hacia la amplia ventana de la habitación donde se ven los edificios.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora