Capítulo #42: No hay tregua

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GIANLUCA

- Rubí, no me digas que todavía sigues preocupado por la señorita - me carga cuando no viene a apoyarme, pero no lo culpo, él no sabe - Imagino que ni dormiste bien por lo negro alrededor de tus ojos y esa ropa de ayer que aún traes puesta - bajé mi mirada y observé mi ropa. No me he cambiado para nada, mientras él sí tiene su ropa de trabajo. Limpié mi visión pesada tras la mala noche que pasé y sigo pasando.

Toda la noche y madrugada la esperé, es decir, no la observé acostada en su cama como siempre. La señora Marisol me avisó de la salida de su hija con Ismael, por lo cual me enfurecí y me pareció una muy mala idea.

Fue así que la pelinegra se le ocurrió la gran idea de aceptar una invitación a cenar de sus amigos, en la cual el patrón la acompañó así sea que estén peleados. Joseph y yo los acompañamos y al regresar no había señal de ella por ningún lado de la casa, tampoco había registro de llamadas o mensajes de ella y cada vez la noche se partía en horas que no se paralizaban.

Comentarles a los señores sobre mis sospechas era para que me vean dudosos de mi tan insistente importancia en ojos de otoño, por lo tanto, decidí llamarla, pero su celular estaba apagado. Salí un rato a recorrer las calles de la ciudad, quizás para no acabar loco o encontrar el fantasma de ella cruzar el parabrisas de mi auto. No obstante, volví a casa con ese pensar si estará bien.

- ¿Llegó? - me quedé dormido en uno de los muebles de mi cuarto que da para la ventana. Hasta donde pude seguir viendo las rejas de la entrada no se abrían sabiendo que es de tarde y ni rastro de ella.

- No - contestó Emilio. Maldije a lo bajo - Ya te dije ayer, que puede ser que la pareja adelantó su luna de miel - me ofreció un vaso con agua que moría por tirárselo a la cara por decir eso.

- Eso no puede ser - dije antes de beber.

Ingerí todo el líquido en mi garganta y me levanté dejando el vaso reposar. Sin importar que tomara agua, mi boca trae una amargura que se expande por todo mi cuerpo en segundos.

- ¿Por qué no? - preguntó. Guardé mis manos en mis bolsillos para esconder mi molestia - Dime, ¿por qué no?

- Porque la conozco bien - observé la ventana.

- Dime la verdad. ¿Qué está pasando entre ustedes dos? - esa pregunta fue inesperada para mí. No sé si estoy preparado para afrontar la opinión de mi mejor amigo y miré el exterior con más profundidad.

- Estás equivocado - giré a verlo y hablé como si nada.

- No, amigo. Yo confío en mis intuiciones - enredó sus brazos - ¿Sabes? Fue muy extraño que el señor Ismael se comportara así contigo cuando tú solo le estabas salvando la vida a su novia - elevó sus cejas mirándome fijamente - Y luego el episodio de tensión en la finca cuando estaban los tres, Ismael, la señorita y tú solos - recuerdo claramente lo que sucedió en esos lugares - Y de paso, la señorita Rubí se agarra de golpe con Paula y lo único que puedo pensar, es que es por TI - apuntó y permanecí callado - ¡¿Me puedes explicar en serio qué está pasando?! - cuestionó irritado. Realmente me ha dejado sin palabras, lo ha esclarecido todo - ¡Ya habla! - gritó - ¿Estás enamorado de la señorita Rubí? - al escucharlo así, hablar francamente conmigo, hizo que sufra una revolución de adrenalina en todos mis músculos.

- ¿De dónde sacas esas ideas?

- ¡¿De dónde?! - se alteró abriendo más sus ojos grises - De lo que ustedes dos me demuestran y yo sé que no estoy equivocado - apreté mis manos dentro de la oscuridad y suspiré - Gianluca, recuerda que esa chica puede ser la muchacha con la que te acostaste esa noche - se me acercó con las manos tendidas en el aire queriendo hacerme recapacitar.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora