Capítulo #8: Mal entendido

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Hubo un silencio casi eterno, pero aun así todos estuvimos atentos a cualquier movimiento de ambas partes.

- ¿Sabes que me sorprende realmente? - Emilio hizo una pausa - ¡Eso! - señaló el pantalón de Ignacio. Todos observamos hacia donde apuntaba su dedo. En ese instante a todos se nos formó una sonrisa de burla.

Ignacio miró su pantalón que tenía el cierre abierto y con un movimiento rápido se lo subió. Creo que todos nos olvidamos de que estábamos en un lugar público.

- Así como el cierre deberías tener tu maldita boca "CERRADA" - dijo Emilio entre dientes y se aproximó un poco hacia Ignacio. De inmediato mi mano derecha fue a dar a su pecho. Rogelio y Josep sujetaron a Ignacio quién ya se veía molesto. La gente que pasaba nos observaba meticulosamente.

A pesar de que haya pasado tiempo desde el último encuentro que tuvieron aún se notaba la enemistad entre ellos.

- Ya tranquilízate. No lo tomes en cuenta como siempre lo has hecho - me coloqué en frente de Emilio y lo agarré de ambos brazos. No me miraba porque sus ojos llenos de furia estaban puestos en Ignacio.

- Nosotros mejor nos retiramos. Ya mismo es hora de presentarnos - dijo Fabián mientras Rogelio y Josep sujetaban a Ignacio para que no se arme un conflicto mayor - Después nos vemos - finalizó.

- Si será lo mejor - dije tranquilo. Se llevaron a Ignacio a la fuerza. Cuando se alejaron solté a Emilio.

Mi amigo se pasó sus manos por su rostro totalmente frustrado.

- A ese idiota se la tengo jurada - alzó un poco la voz. Unos hombres muy bien vestidos nos quedaron viendo de arriba a abajo, pero siguieron su camino.

- Escúchame - puse mis manos en sus hombros - Tienes que controlarte no puedes actuar de esa forma cada vez que te provoca. No lo tomes en cuenta, no formes parte de su estúpido juego - lo aconseje como si fuera mi hermano - No quiero que esto vuelva a suceder ¡Entendido! - lo miré de mala manera.

Se que es difícil quedarse quieto o callado cuando alguien nos ataca de una manera inapropiada, pero existe otras maneras de solucionar las cosas. Mi amigo no sabe controlar sus impulsos, casi siempre se deja llevar por ellos y a veces tengo ese temor de que llegue a cometer una locura.

- Esta bien - afirmó para después respirar profundo y soltar el aire que tenía acumulado. Le di una palmada de apoyo en su espalda.

- Bueno, ¿En que estábamos nosotros? - caminamos sin rumbo - El baño - recordé.

- Olvídalo. Mejor ya vámonos - dijo él - Bajemos por las escaleras quiero sacar esta tensión de mi cuerpo - asentí y continuamos nuestro camino.

De pronto fuimos capturados por el flash de una cámara. Busqué de donde había provenido aquella luz que me dejó asombrado por unos segundos.

- ¡Perfecta! - dijo una chica. Para observar mejor la foto que había capturado puso su cabello detrás de sus orejas. Gracias a eso pude ver mejor su rostro, aunque sea a distancia.

- Oye tú, ¿Por qué nos tomas fotos? - ¡Demonios! Este hombre no entiende. Emilio se estaba aproximando a ella.

No lo seguí. No quería hacer el ridículo como él lo hace cada vez que se altera y no razona. Yo por mi lado observé donde estaba y resulta que era en una especie de set para fotos profesionales. Al ser las paredes de la empresa blancas como la pequeña escenografía puesta terminamos siendo fotografiados por error de nosotros mismos.

- ¿No vas a venir? - elevó la voz un poco desde una distancia lo cual me incómodo - Rubí, ven - me insistió mientras seguía caminando sin mirar adelante. Todas las personas que estaban presente lo miraron impresionados. La chica alzó la mirada.

No me moví de donde estaba, solo metí mis manos en mis bolsillos y observé la escena.

- Perdona, ¿Nos conocemos?- Ella misma se acercó a él. Pude escuchar de lejos una fina y dulce voz. Emilio al tenerla cerca se sorprendió debido a que en ese instante me estaba viendo.

- ¡¿Qué?! - Emilio tenía el ceño fruncido.

- Usted me llamó hace unos minutos - dijo ella. Su rostro expresaba confusión.

- ¿Qué yo te llamé? No lo creo - respondió mi amigo - Si esto es una táctica tuya para llamar mi atención. Te voy diciendo que no me gusta que me dejen como un imbécil.

Emilio se estaba pasando de la línea.

-¡¿Qué?! - ella se molestó - Déjeme decirle que no tengo ningún tipo de interés en un hombre como usted y estoy más que segura que usted me llamó por mi nombre - sus manos sujetaban su cámara con fuerza.

Creo que estaba empezando a entender todo. Unos hombres que estaban arreglando unas luces detrás de la muchacha se levantaron. No quisiera que estos escándalos lleguen a oídos de nuestro jefe porque despedirían a Emilio seguro. Entonces, decidí actuar y salvarle el trasero a mi amigo de nuevo. Me acerqué.

- Disculpé, señorita - me dirigí a ella y tuvimos contacto visual por primera vez - Aquí mi amigo está un poco nervioso por la entrevista que tuvimos hoy, así que le pido que lo disculpe, por favor - ella lucia confundida mientras sentí la mirada de Emilio aún lado. Los hombres de las luces detuvieron su paso.

Al tenerla cerca aproveché para contemplarla mejor. Sus labios gruesos con labial rosa se encontraban entreabiertos. Juraría que podía ver mi reflejo en sus ojos mieles. Su piel era blanca como el algodón y tenía una melena castaña clara corta hasta los hombros.

Sus cejas eran igual de gruesas que sus labios y una nariz respingada muy atractiva. Su atuendo era un pantalón rosa algo holgado para su figura delgada junto con una blusa floreada sencilla, aunque llevaba puesta unas sandalias altas su estatura seguía siendo baja ante nosotros.

- Comprendo la situación - miró hacia el suelo para después pasar una de sus manos en su cabello. Su mirada fue de nuevo puesta en nosotros.

- Me llamo Gianluca Holmberg - le extendí mi mano - ¿Cuál es su nombre? - pregunté interesado, aunque creo saber ya la respuesta.

Ella dudó un poco en contestar.

- Me llamó Rubí - recibió mi mano. Su piel era suave - Rubí Arauz - volvió a tomar con sus dos manos su cámara.

En ese preciso momento Emilio entendió todo y estoy seguro de que se sentía avergonzado.

- Discúlpeme, señorita. No sabía que su nombre era Rubí - se justificó mi amigo - Yo estaba llamando a ... - le di un codazo y disimuló bien su dolor.

- ¿A quién? - preguntó la castaña.

- Tenemos que irnos. Nos están esperando en la salida - mentí. Ella asintió con una sonrisa neutral y nos fuimos dejándola con la duda.

Ambos nos dirigimos hacia las escaleras. Ya en otro piso tomamos el ascensor con más calma.

- Te das cuenta lo que ocasionan tus impulsos, casi te sacan a patadas de esta empresa - dije cabreado. Empuje hacia fuera la puerta de salida.

- Sí, lo sé. Lo reconozco. Prometo controlarme si se presenta otra situación - contestó Emilio detrás de mí. Busqué las llaves de mi auto en mi bolsillo izquierdo. Quité la seguridad que tenían las puertas y le tiré las llaves a Emilio. Como es muy ágil las atrapó rápido.

- Te toca manejar - abrí la puerta del copiloto y subí. Me saqué el saco y la corbata. Las prendas las coloqué en el asiento de atrás. Emilio seguía en el mismo lugar como piedra. Se acercó a mi ventana.

- Para que me dejes conducir tu auto debes estar muy frustrado.

- Lo estoy. Ahora trae tu trasero a este asiento y arranca - dije serio. Él no contestó sólo subió y arrancó sin ningún problema.

Por unos minutos no le dirigí la palabra hasta que comenzó a decir sus estupideces que rápidamente me causaron risa. La verdad es que siempre terminamos así, no puedo estar mucho tiempo enojado con él. Siempre busca la forma para sacarme del estado emocional que él mismo ha ocasionado, prácticamente se ha vuelto como un hermano para mí.

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Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora