Capítulo # 16: El pasado de él

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- Adelante, por favor - la empleada nos dejó en la sala esperando.

Emilio dejó sus maletas en el piso y se sentó en un mueble, mientras yo dejé mis maletas encima de otro soporte.

- No olvidamos nada, ¿Cierto? - preguntó mi amigo.

Las maletas estaban llenas de ropa formal y casual entre otras cosas personales. Antes de abandonar el hotel, bajé por un momento a recepción para pagar el hospedaje con mi tarjeta de crédito y devolver la llave de la habitación.

- No creo - pasé por la chimenea que ahora estaba encendida.

Llegué a sentir el calor cuando acerqué mis manos al fuego, la calentura traspasó lo suficiente la piel de mis manos y cogí un portarretrato de una niña pequeña sentada en un banco. Supongo que es Annabelle.

De sus labios brotaba una sonrisa inocente, su cabello castaño claro era largo acompañado de una diadema y vestido celeste con blanco que transmitía pureza y también tenía zapatos pequeños negros con unos calcetines blancos con volantes de encaje.

Hace tiempo que no he visto esos calcetines en los pies de una niña, supongo que ya pasaron de moda. Sus ojos mieles se hicieron pequeños al sonreír y sus mejillas estaban rosadas. El paisaje de fondo era realmente hermoso que hasta ayudaba a que pareciera un ángel que merecía tener alas propias.

1,2,3. ¡Sonríe!

Creo que esas fueron las palabras precisas que utilizaron para esta foto. Cerré mis ojos por un instante, recordando a mi hermana cuando tenía esa edad y sí, era igual de linda que esta pequeña. Siempre tengo en mente que la inocencia de un niño es su esencia marcada desde su nacimiento.

- ¡Deja eso! - Emilio me quitó el portarretrato para dejarlo en su lugar - Pareces un psicópata viendo la imagen con tanta intensidad. Annabelle está muy chiquita para ti - me advirtió.

- Me recordó a mi hermana. Eso es todo - me senté molesto en el mueble.

- Ya no me mires así o no me digas que tú si disparas por los ojos, Rubí - se rio.

- Ya te dije que no me llames así. Recuerda que la hija del patrón tiene ese nombre. Evitemos problemas - le recomendé.

- Rubí, Rubí, me tienes confundido – suspiró en forma de burla.

- Buenas noches, señores - apareció Eugenia en la sala tomándonos por sorpresa. Espero y no haya escuchado nada de lo que comentó Emilio.

- Buenas noches - dijimos a la vez.

- Podría decirnos jóvenes, no somos tan viejos - dije franco.

Todo el día pasé escuchando la palabra señores, señores y señores que ya me tenía arto. Se que lo hacen por respeto y porque trabajamos con personas adultas, pero diablos, ni siquiera soy padre para que me digan así.

- Como guste joven - me sonrió.

Su cabello negro con corte masculino la hacía ver madura. A diferencia de las otras empleadas, esta señora no vestía uniforme. Su ropa era casual. Pantalón de tela gris y blusa verde ancha debido a que era gruesa.

- Me llamó Gianluca Holmberg y él es ......

- Emilio Perasi - completó ella.

Su estatura era baja por lo que tenía que alzar la mirada.

- ¿Cómo lo supo señora? - preguntó Emilio.

- El señor Riera ya dejó informados a todos los empleados de la casa sobre ustedes, los guardaespaldas - sus ojos marrones oscuros se caracterizaron por ser grandes – Y no me diga señora que no estoy tan vieja - jugó con mis palabras arrebatándome una risa igual que Emilio - Soy Eugenia Díaz, pero me pueden llamar Eu y soy la nana de todos los hijos del señor Riera - sentí un nudo en mi garganta. Miré la baldosa y después volví a verla con dulzura sin que se note mi dolor.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora