Capítulo #81: ¿Bebé?

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Rubí

- ¡Lárgate a tu habitación antes que vuelva a golpearte! - oigo en un trago muy amargo. No tengo que pensarlo dos veces, es lo único que quiero hacer.

Soy incapaz de creerlo. Ha puesto una de sus manos sobre mí con violencia por primera vez y no entiendo por qué lo hizo. No he hecho nada en su casa que no le gustara para recibir tal fuerte bofetada.

Mi aflicción y mi rabia es permanente que de tanto sacar lo que siento mi cama se inunda. Ahora más que nunca me encuentro desprotegida en su territorio, ya no está ese escudo que él me brindo ante todos. Quizás lo que quiso dar entender a los demás es que ellos no podían hacerme ningún mal, excepto él. Quizás yo fui la que confundió el discurso.

En la marea de mis ojos enfoco borroso unas pequeñas cajitas en una de mis mesitas y es cuanto mi sentido alerta se activa. Como un rayo, me levanto de la cama que las lágrimas ruedan y seco mis ojos con mi blusa con el objetivo de reconocer si es lo que tanto pedía. Atrapo las cajitas sintiendo mucho pavor y es peor, cuando leo las instrucciones. Oana las ha conseguido por mi tranquilidad.

Ya tenía una idea de lo que tengo que hacer, pero, de todos modos, lo leo. Necesito saber si debo de cuidarme mucho más con lo que creo tener en mi vientre y de ser positivo, es inevitable que siga llorando.

Prueba de embarazo.

Hago el procedimiento yendo al baño y coloco seguro, ya que esta puerta si lo permite. Pienso que en cualquier momento va a venir por mí, no obstante, dejo de pensar tanto porque eso no me permite avanzar. Maldigo impaciente por no poder, pero al final me calmo y lo logro. Cojo el bote que lleva lo amarillo e introduzco las pruebas dejándolas cerca del lavamanos para esperar el resultado.

Veo como mis dedos tiemblan por lo que los lavo. Paso mis manos por mi cara y al mirarme en el espejo el encontronazo es conmovedor o extraño. Demacrada, más delgada, ojerosa, labios resecos y con un nuevo integrante que empeora mi apariencia, el golpe rojo obsequiado por Sonrat. No puedo verme peor. Me he abandonado para no ser vendible y atractiva para esos hombres o para ser llevada a un hospital de urgencia y salir de aquí, pero ya no sé si pueda ya seguir con la idea de no comer lo suficiente.

- Desearía estar en casa - suspiro.

Se parte en dos mi corazón en el momento que escucho que alguien entró a mi habitación y está abriendo las cortinas. Queriendo ocultar todo, las cajas, las pruebas, más se revelan porque se me caen las cajas de los nervios, pero rápido escondo todo en el interior de un armario mediano que está en el suelo. Justo era el momento de saber, sin embargo, corro a salir y serena camino a sentarme en la cama con la cabeza agachada.

Es él y el silencio cargante que me visitan.

- Tú no entiendes, ¡¿verdad?! - pregunta aún cabreado y tiemblo por tener que recibir otra bofetada si se le da la gana. No entiendo por qué está tan enfadado conmigo - Dejaste pruebas en la otra mansión. Uñas, saliva y cabellos...- ahora entiendo, aprieto mis manos y siento mucho calor en este huequito de protección que solo ve sus botas negras. Eso quiere decir que si están en mi búsqueda y le siguen la pista - ¡Responde! - hala mi brazo derecho con fuerza y doy un grito pequeño del miedo, pero sigo mirando abajo. A pesar de no ser exitosa su forma de hacerme hablar, tira mi brazo sin remedio - Si tanto te gusta dejar rastros, probemos cortarte una mano para dejarla en la puerta de tu casa. ¿Te gusta la idea? - abro mi boca abrumada. Ya no sé de qué es capaz este hombre. Mi cuerpo pide a grito estar sola y ser salvada lo antes posible - ¡En diez minutos te quiero lista con la ropa que te traje! - azota la puerta sintiendo que ya no me ahogo.

Me cercioro de que no regrese quedándome sentada unos minutos y cuando mi intriga va a explotar voy por ellas. Pongo seguro y respiro profundo sacando despacio las pruebas de color rosa. Cierro mis ojos un momento para luego abrirlos dándome cuenta de mi realidad.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora