Capítulo 70: Quicio

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Rubí

- Hermana... - digo cuando abro la puerta de su habitación - Ah, estás ocupada.

- ¿Qué pasó? - estira sus pequeñas piernas en su cama para sentarse.

- Nada. Eh, venía preguntarte si todavía querías que te hiciera el peinado. Me lo pediste cuando estábamos en la sala, pero creo que ya es tarde - me siento mal de haberla dejado en el aire cuando me pidió aquello.

- No, aún quiero que me hagas mis trenzas para estar cool en la cena que tendremos en el restaurante con los abuelos - sus ojos se iluminan.

- ¿Cena en un restaurante? - sigo estancada en la puerta sin comprender.

- La cena, hermana. ¿Lo olvidaste? - pregunta. Mi memoria no registra ninguna cena en un restaurante para esta noche. No sé de qué habla y lo expreso con mi cara - Papá y mamá dijeron que te lo iban a decir.

- ¡Oh, claro! ¡Ya lo recordé! - exclamo sonriente y relajada, mientras la Rubia teñida sonríe gratamente - Tienes razón. Una vez que te haga las trenzas me iré a arreglar para ir - junto a la puerta para luego ir a recoger unas ligas de colores.

- Paula, me está contando una hermosa historia y está superinteresante - volteo mis ojos estando de espaldas. Llevo tiempo aceptando que se lleven bien, igual no podría sembrar en su pequeño corazón algún tipo de odio por las diferencias que tengo con ella.

Mis sandalias caen al suelo para subirme de lleno a la cama que tiene un montón de peluches de distintos personajes para los pequeños. Dios mío debería ya regalar algunos porque parece que los que duermen aquí son ellos, no mi hermana. Reparto en mechas su cabello y hace unos segundos me ha mostrado el peinado que desea. Es muy fácil no creo demorarme y si lo hago mis oídos sangrarían.

- ¡Ay! - chilla y toca mi mano muy fuerte - Con cuidado.

- Tienes el cabello enredado. Tengo que peinarte bien.

- Bueno, pero despacio - es muy floja a veces - ¿Entonces? - le pide a Paula que continúe - ¿Se quedaron juntos o no? - Atenta a lo que tenga que responder, enlazo las mechas negras una tras otra y el peinado empieza a tener forma.

- Ella lo amaba mucho, pero por cosas del destino él decidió alejarse de ella y su compromiso se rompió - narra con la voz decaída.

- ¡Qué mal! - inquieta se mueve mi hermana - ¿Y así tuvieron que trabajar en el mismo sitio? - espera. Uno mis cejas dudosa.

- Sí, así mismo - suspira nostálgica - La pasaron muy mal dentro del trabajo. Tristemente, no tuvieron un final feliz.

- ¿No puedes cambiar el final? - dice esperanzada mi hermana y esta ríe.

- Podría hacerlo, pero es mejor que entiendas que no todas las historias tienen un final feliz - vale, ¡por fin piensa algo coherente!

- ¿Sabes? El protagonista lo imaginé como Gian según las características que me dijiste, es lindo como en los cuentos - asiento sin pensarlo.

- ¿Sí? - me enoja que se haga la tonta. Uso otra liga morada para terminar con mi obra de arte.

- ¡Ya está! - de un sacudón de pie estoy. Me harté de oír sus fantasías.

- ¿Te gustó la historia hermana? - pregunta dándose la vuelta tocando su peinado.

- Claro, estuvo muy entretenida. Te agradezco que le dediques tiempo a mi hermana aparte de cuidarla - juego con la peinilla que tengo en mis manos.

- De nada - guarda las apariencias.

- Annabelle, ve a verte al espejo - asiente y quita todas estas sábanas de su diminuto cuerpo.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora