Capítulo #62: Las ratas

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- Para mí que ha pasado algo - dice preocupado desde el lado izquierdo de la entrada junto a Carlos.

- Emilio, esto es normal en las empresas. A veces la agenda del día no sale como se lo planea - contesto desde el otro lado de la entrada.

- Buenos días - nos saludan unos hombres de corbata que entran a la sala de reunión dicha de emergencia.

- Buenos días - respondimos en coro.

Pasa gente con distinción. Unos tras otros y algunos abogados que conozco de lejos. Pienso en positivo dado que ojos de otoño está adentro y ella también se levantó de su escritorio apresurada por el comunicado de su padre y ni siquiera tiene idea de lo que sucede.

Imagino que ha de estar asustada por el suspenso que poco a poco se va esfumando debido a que cada vez son menos las personas las que están ingresando para saber lo que sucede, excepto por la tardada llegada del señor Killz que se acerca y no sé qué tanto le atraigo para que no quite sus ojos celestes de los míos.

- ¿Tiene algo que decirme, señor?

- No - responde fríamente y entra. Me sigue costando entender sus miradas fijas repentinas hacia mí.

Aún sigue estando misterioso conmigo y por lo tengo entendido mi madre le sigue dando clases particulares al hijo de uno de sus amigos y la paga es muy buena. De todas maneras, no me gusta que ella hable con ese hombre así sea por negocios. Tener cerca al padre de ese miserable de Ismael es tener una cruz encima, es tener miedo de que se le cruce los cables y que quiera lastimar a mi madre.

Sin embargo, ella está calmada porque en asuntos de trabajo le está yendo bien y sobre todo su alumna favorita Annabelle ha llenado esos vacíos de aprendizaje con conocimientos y puede entrar pronto a su nuevo periodo académico con mayor seguridad con los números.

- ¿Escuchas eso? - dice alarmado el rubio.

- Sí. Se oye mucho bullicio. La gente está que habla mucho - contesta Carlos sin tanta preocupación y trato de no espantarme, pero sí, allá adentro ocurre algo quizás grave.

Ocupando cuatro horas completas en la sala es cuando comienzan a salir los prisioneros dando por finalizada la reunión. Ni uno sale sin decir algo, todos salen hablando o discutiendo sabrá Dios sobre qué. Del ambiente se desprende tensión como que, si esta gente se haya estresado al máximo y comido carne roja porque unos llevan el cólera en el semblante, no obstante, el señor Leonardo y los demás miembros de la familia no han salido. El señor Paul, Ismael y Emma tampoco y no podemos entrar si todavía está el patrón adentro como fue su orden.

Pasa el tiempo y por fin sale el señor Leonardo con su amigo Paul, ambos lucen molestos, pero siguen llevando su plática con cordialidad. Supongo que ayuda a que su amigo no se exalte mucho por su salud. Carlos hace su trabajo siguiendo los pasos de su jefe hasta el ascensor. En un abrir y cerrar de ojos entramos el rubio y yo a la sala de prisa encontrando al gusano de Ismael de retirada echando humo. Pasa por mi lado y tropieza a propósito con uno de mis hombros, aprieto mis puños y me trago mis ganas de responder.

- Miguel, dime la verdad. Tú no fuiste capaz de hacer eso, ¿cierto? - ojos de otoño pregunta. No se ha dado el tiempo de vernos.

- Amiga, yo te espero en mi oficina para hablar cuando te desocupes - dice Emma levantándose con unos folders - Hola, chicos...- nos sonríe cabizbaja y se va.

- ¿Qué pasó aquí? - pregunta Emilio en un susurro.

- Hermano, cuéntame, por favor. Lo que expuso aquí papá fue muy fuerte, pero yo no...- de pronto el muchacho se levanta de su asiento bruscamente - ¡Miguel! - de pie y de prisa lo agarra de la muñeca - Como te lo prometí un día, la empresa será tuya si tú me cuentas la verdad - espera, ¿qué? - Dime, por favor. Quiero ayudarte...

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora