Capítulo #36: Sentimientos encontrados

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Rubí

Llamada entrante

- Amiga, ¿Cómo estás? - preguntó ella en un tono preocupante. Ya extrañaba escuchar su voz y sus consejos.

- Emma, ya te dije que estoy bien - sonreí.

- ¿En serio? ¿No me mientes?

- Has venido haciéndome la misma pregunta desde que salí del hospital.

- Es que me preocupo por ti. Tú no sabes cómo me sentí cuando me dieron la noticia - soltó irritada y creo que apunto de llorar - Fue horrible y todavía enterarme de más información por medio de las redes o los noticieros cuando debía estar allá apoyándote - me hacía sentir mal en parte.

- Lo sé, lo sé. Ya tranquila - traté de calmarla antes de que entre en una crisis sentimental y no pueda consolarla - Tú sabes que estás allá para cuidar de la empresa. Papá no tiene muchas personas en quien confiar más que el señor Paul, Verónica y tú, así que no te preocupes. No me has decepcionado en ningún sentido por no estar aquí conmigo.

- Sí, ahora sí me quiere tu papá - contestó y me reí.

- Tú sabes cómo es él.

- Me das un momento alguien entró - dijo despistada.

- Sí - esperé en la línea y cambié de canal.

Otra vez mi familia en la boca del lobo. Somos la noticia en tendencia en estos días. Mala forma de obtener más reconocimiento y todo es culpa mía. Si tan solo hubiera salido justo cuando Carlos me avisó, nada de esto hubiera pasado.

Ahora, tendré que nuevamente huir de los periodistas que querrán saber información explícita de lo que ocurrió. Ya tenía suficiente con lo de las entrevistas rechazadas sobre la boda para que vengan otra vez a acosarme con sus preguntas poco profesionales y fuera del contexto.

- ¿Rubí? - acerqué de nuevo mi celular a mi oído.

- Sí, aquí estoy.

- Pensé que me habías colgado.

- No, ¿Y cómo va todo por allá? - pregunté.

- Todo en orden, pero en serio, te extraño. Nuestros amigos de la universidad también estaban preocupados por ti e Ismael - dirá amigos de ella - Con los trabajadores de la empresa lo mismo. Esperan su regreso pronto.

- Creo qué tal vez en estos días regresemos a la ciudad - avisé.

- ¡Eso sería genial! Porque allá no están tan seguros, ni siquiera hay hospitales cercanos - bueno, eso sí es verdad - Amiga, dame otro momento.

- Claro - esperé en la línea.

Escuchaba más personas hablar a la distancia. Intuyo que estará trabajando con nuestro equipo de trabajo o en una reunión donde tiene el celular escondido.

- ¿En qué estábamos? - preguntó como si estuviera con muchas cosas encima.

- Ehh...Oye, te escucho algo ocupada. Será mejor que te deje para que no te vuelvas loca - contesté sonriente.

- Bueno, está bien - dijo algo tristona - Llámame si quieres hablar con alguien, ¿Oíste? - sonó como una mamá preocupada.

- Seguro - reímos y cortamos la comunicación.

Fin de la llamada.

Suspiré y dejé caer mi celular en mi colcha. Mi cabeza apoyada en la pared mirando la ventana me hacía traer muchos recuerdos que tal vez no los pueda borrar y con ellos vienen las pesadillas constantes que he tenido estos días. Casi todas relacionadas con Julián.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora