Capítulo #21

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Este desayuno está muy delicioso se me antoja repetir pero por el tiempo decido abstenerme. Mientras veo a Joseph comer su tostada espero impaciente a Emilio. Ayer quise hablar con él sobre la incertidumbre que quedó en mí sobre la señorita Rubí pero llegó tarde, así que decidí no molestarlo.

Tuve la oportunidad de tener a la chica de ojos de otoño cara a cara pero no atreví a preguntarle nada debido al mal humor que traía gracias Paula.

Esa mujer me va volver loco de tanto acoso. El pasado no va a volver y menos me va a traer de vuelta el cariño que una vez sentí por ella. Quisiera que lo entienda de la mejor manera pero es tan testaruda.

- ¿Qué piensas tanto? - Joseph me sacó de mis pensamientos. Con ayuda de sus manos llevó su otra  tostada a la boca.

- Quiero hablar con Emilio y no se digna a bajar.

- El joven Miguel ayer salió de la casa muy tarde al parecer tuvo otra bronca con el señor Leonardo y por supuesto Emilio tuvo que salir tras de él -  me dió la noticia. 

- No se porque siento que esos dos no se van a llevar bien - en estos pocos días que hemos estado aquí no he visto nada positivo entre Emilio y Miguel.

- Pues sí, también pienso lo mismo pero así es nuestro trabajo tratar con algunas personas problemáticas o fastidiosas - suspiró.

- ¿Y la señora de la casa no es problemática o fastidiosa? - pregunté.

- Es problemática para escoger un vestido después de probarse tantos y de paso escoge el más feo. Fastidiosa cuando dice que hace calor y no hace nada de calor - volteó los ojos  - pero después de todo es una señora cool - alzó sus hombros - en lo personal me trata bien y sobre todo es muy refinada.

- Eso se escucha genial - ambos sonreímos.

Dejamos de hablar porque una personita de estatura pequeña entró a la cocina.

- Buenos días. Soy Annabelle - ella traía puesto su uniforme escolar. Nosotros nos paramos de la mesa que el señor Leonardo había comprado para nosotros los guardaespaldas para poder comer mejor - Tú debes ser Joseph ¿Verdad?.

- Un gusto, pequeña - dijo Joseph encantado. Imagino que le hubiera gustado ser padre.

- Y tú Gianluca ¿Cierto? - ella me miró.

- Encantado de conocerte - me tuve que inclinar para darle la mano. Era imposible no sentir ternura al tocar su pequeña mano - Eres muy inteligente como supiste quién era quién.

- Simple. Mi mamá me comentó que los guardaespaldas que contrató mi papá tienen los ojos de colores distintos. Gianluca celestes, Joseph cafés oscuros, Paula verdes y un tal Emilio que no conozco todavía Grises.

- ¡Vaya!. Te han preparado muy bien - sonreí. Esa fue una gran respuesta.

- Annabelle, ya tienes que estar afuera. La señorita Paula te está esperando desde hace rato - entró la nana Eu por sorpresa - siento que la niña los haya interrumpido en su desayuno.

- No se preocupe. La pequeña nos ha alegrado el día - dijo Joseph.

- Que bueno entonces - dijo Eu contenta - Vamos Annabelle - estiró su mano para que la niña la tome.

- Chao - se volteó Annabelle y salió sola. Dejando la mano de su nana estirada.

¡Creo yo jamás le hice eso a mi nana!.

- ¡Niños! - la mujer de más de edad negó con la cabeza - cierto Joseph, dice la señora Marisol que dentro de una hora van a salir así que esté preparado - aviso Eu.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora