Rubí
- ¿En qué estabas pensando cuando le dijiste eso a tu papá? - el resplandor del sol nos calienta un poco después de estar metidas en un lugar cerrado, antiguo y áspero.
- Pensaba en él, en mí – declaré afligida - Solo pedí un cambio. Que Gian vuelva a ser el escolta de él y que Carlos se quede conmigo.
- Pues tu papá lo interpretó muy mal.
- Sí. Creo que me hice entender mal y como prácticamente lo quería tener lejos, papá tal vez pensó que quería que lo despidiera y no me atreví a decírselo – toqué mi vestido mirando a los niños jugar, entre ellos, mi hermana.
- Dime. ¿Esto del cambio lo decidió Eugenia o tú? – preguntó directa.
- Te juro que mi nana no tiene nada que ver con esa idea loca que se me ocurrió.
- Creo que sí tiene que ver con esas cosas que te mete en la cabeza – revolvió sus ojos y negué con la cabeza.
- Emma, no puedo estar así. Peleándome con Gian, con Ismael y tratando que los dos no se maten. Y lo peor es que no puedo ver a Gian o escuchar su nombre y no sentir que el aire me falta. ¡Es horrible estar aferrada a alguien! – exclamé - Si tú supieras lo agotada que estoy.
- ¿Quién dijo que era fácil olvidar a alguien que te trae loca? – bromeó y dejé caer mis hombros - Entonces sí, ¿crees en qué a Gian le pusieron una trampa para que tú lo encontraras con Paula en la cama?
- Yo vi lo que vi y más con esas otras mujeres que se anda relacionando – hablé en un tono desagradable.
- Eso lo hace para darte celos y lo de Paula sí fue una trampa – afirmó.
- Lo sé. Le creo.
- ¿Entonces? ¡¿Qué pasa?! – sus manos imploraron una respuesta pertinente.
- Papá e Ismael con sus amenazas. ¡Eso pasa! – recalqué.
- ¡Qué rollo está situación! – se echó para atrás en la banca verde y cargó su cabeza – Lo único que me queda claro es que aún estás enamorada de Gian – abracé mi cuerpo en consuelo y me dispuse a saber que tanto hacen los niños con las flores del jardín.
- Emma, ¿me dejas a solas con mi hija? – giré a ver a mamá.
- Sí, por supuesto. Es más ya me desaparecí – sonreí. Emma se fue con un vestido similar al que va a utilizar en el gran día.
- Mamá, ya estoy bien. Ya no me duele la cabeza podemos seguir – se sentó.
- ¿Qué sucede, Rubí? ¿Quieres esto o no? – alzó sus cejas de una manera muy seria que me dejó atónita.
- ¿De qué hablas, mamá?
- La boda. TÚ boda – enfatizó y tragué saliva.
- Mamá, ya te dije que no me sentía bien, pero ya podemos continuar con el ensayo.
- No vamos a continuar si la situación sigue así – examiné sus ojos marrones que me intimidan ahora - Parece que te estuvieras casando por obligación. Si así no más estás en los ensayos no quiero imaginar cuando llegue el día.
- Mamá, tengo muchas cosas en la mente y... ¡y no creo que es necesario un ensayo! – disimulé mi coraje por estar aquí usando un vestido tedioso y un ramo de flores falso.
- Sí es necesario para ver si está todo listo. ¡¿Crees que esos niños saben lo que tienen que hacer o cómo se deben ubicar para la entrada a la iglesia?! – le quité el buen humor de la tarde.
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Solo quiero tu verdad
RomanceAl principio no me agradó mucho aquella noticia que hizo que mis planes se arruinaran en tan solo un día. Aquel hombre que me escogió para que sea su escolta era muy misterioso, no se parecía en nada con las otras personas con las que había trabajad...