Capítulo #63: La voy a cuidar

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Gianluca

Conducir precipitado por mi alteración me ha llevado a regresar a la mansión en casi quince minutos. Son con las puertas con quien me descargo en este momento, he tirado algunas sin encontrarla y cuando me pongo a razonar que cuando la necesito de verdad es cuando se la traga la tierra. Voy al gimnasio de la casa, pueda que este entrenando dado que Annabelle no saldrá esté día. No tuve un mal pensamiento porque atino, ella está en las máquinas y parece muy concentrada en su entrenamiento.

- ¿Dónde está? - jalo su brazo derecho sudoroso y enseguida hace uso de su defensa. Casi la pierdo.

- ¿Qué te sucede? - abre muy bien sus ojos verdes mentirosos y los gestos de su rostro solo demuestra que le duele.

- Dime, ¿dónde la escondiste? - presiono.

- ¿Esconder qué? - se acomoda enfrentándome y su pecho airoso toca el mío. Sé que esta mujer no es fácil de desmoronarse.

- No te hagas la tonta - digo entre dientes - Fuiste la única y última persona que estuvo en mi cuarto justo ese día que desapareció. Dime, ¿por qué no dudaría de ti? - comprime sus labios zafándose de mí de un tirón. Está hecha llamas y ese calor lo siento, debido a que estoy en el mismo estado. Pasa por uno de mis lados y bebe su agua.

- ¿Quieres saber dónde está? - con una toalla se seca su frente totalmente relajada y eso hace que entre en desesperación por dentro.

- Sí.

- Está bien. Creo que la escondí en uno de los cajones del señor Leonardo. No recuerdo bien - medita divirtiéndose - O tal vez y la dejé en su escritorio junto con las demás fotos de su familia, ya que estoy segura de que te considerara su yerno pronto - ríe.

- ¡¿Dónde está el portarretrato?! - de un momento a otro la tengo sostenida de los brazos con una fuerza increíble que su risita se evapora.

- Ya te dije lo que querías saber. ¡Déjame! - no ayuda así que pierdo la cordura - ¡¿Oye, a dónde me llevas?! - la obligo a caminar conmigo como si fuera una esclava rebelde y hago caso omiso a sus berrinches insignificantes - ¡¿Qué estás haciendo?! ¡Suéltame la muñeca! ¡Déjameee! - hace su griterío y no me preocupo porque la mayoría de las personas de la casa no están y por lo pronto veo el pasillo vacío y las próximas escaleras que vamos a subir - ¡¡Gianluca, ¿te volviste loco o qué?!! ¡Es suficiente! - se aferra al pasamanos de las escaleras con su melena hecha un desastre y sudor en su frente.

- ¡Sube! - alzo mis cejas. Siento unas infinitas ganas de deshacerme de todo este cólera gritándole más y más fuerte, no obstante, me controlo.

- ¡Noo!

- ¡Bueno! - no me tomó mucho tiempo en subir todas las escaleras incluso con sus golpes en mi espalda e insultos, pero llegamos al destino - ¡¿Dónde está?! - articulo con mi respiración agotada ya viéndola en su cama. No tengo otra opción más que acorralarla en su habitación y no tengo dudas que aquí está lo que busco.

- ¡Me lastimaste la muñeca horrible! - se levanta después de que la tirara como un saco de papas.

- No creo que te duela mucho a ti - contesto sarcástico - Entrégame lo que me pertenece - se pone de pie con su mirada retadora y comienza a moverse.

- ¡Esto! - saca de una de sus mesitas de noche mi fotografía y me la muestra.

- Entrégamela.

- No quiero - se cruza de brazos con una sonrisa y no pierdo más mi tiempo. Voy por ella.

- ¿Qué hacen? - no puede ser, justo mete sus narices ahora. Detengo mi marcha y veo la puerta.

- ¿Qué haces tú aquí? - cuestiono malhumorado.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora