Capítulo 59: Uno más

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Gianluca

- Hijo, ¿cómo estás? - ella se levanta después de estar esperándome media hora en esta sala.

- ¡¿Por qué no me lo dijiste?! - pregunto agitado y no precisamente por estar en movimiento.

- No te entiendo, hijo - frunce el ceño preocupada e intenta tocarme el rostro. Esquivo todo tipo de contacto físico por la ira.

- ¡¡No finjas como si no supieras de lo que un día me iba a enterar!! - grito y mi voz se oye fuerte dentro de la sala que capta está furia que traigo en mi interior - ¡¡Todo este tiempo estuviste ocultándome ese maldito secreto!! ¡¡A ella y a mí!! - la fulmino con la mirada y ella se asusta demasiado. Su cara pinta asombro y algo de miedo - ¿Cómo fuiste capaz? ¡¿Cómo?! - traga saliva y humedece sus labios pálidos.

- Sentémonos y hablemos con calma - propone para tratar de controlar mis emociones.

- ¿Calma? ¡¿Me pides calma en serio?! - alzo mis cejas ante algo totalmente ridículo - Madre, ¿cómo crees que pueda mirar a Rubí a los ojos desde ahora sabiendo que su vida es una mentira? ¡Una puta mentira! - se toca su pecho contendiéndose - Tú lo sabías todo desde un principio. Tú sabías que ella no es hija de esos señores. ¡Que no es una Riera! - niega mirando el suelo - Hasta tú le mentiste en su cara - digo desilusionado.

- ¡Callé para no lastimarla! - grita entre dientes atormentada.

- Y ahora, ¿sabes lo que me toca hacer a mí? - pregunto hiriente. Agobiada cierra sus ojos marrones húmedos con sus manos en la boca.

- Lo siento, hijo... - derrama un par de lágrimas - Tienes razón...- corre a limpiar su rostro con ayuda de sus dedos y me duele el alma. Tengo una piedra muy atascada en mi garganta difícil de sacar - Tienes razón. No hay nada que justifique los hechos que he cometido. La chica tenía derecho a conocer su identidad desde muy pequeña. Rubí...su madre, hubiese querido eso - su nariz, labios, parte baja de sus ojos y orejas están rosadas.

- Tu mejor amiga - respondo.

- Mi mejor amiga - asiente nostálgica y a la vez sonríe - ¿Me permites contarte? - dice casi pidiendo piedad.

Resignado y algo agotado emocionalmente me siento a escuchar. Dispuesto a saberlo todo. Tomamos asiento en la mesa con forma de U alejando ella su bolso de nuestro espacio y baja la temperatura de mi cuerpo con el aire acondicionado.

- Él se mantiene en que yo siempre supe el secreto de Rubí por ser su amiga y estar ahí siempre para ella. Dice que la chica es hija de uno de los que fue su guardaespaldas de confianza, quien les prestó sus servicios en esos entonces, pero...- se detiene.

- Pero ¿qué?

- Yo no creo que Rubí haya hecho eso. Amaba a Leonardo con locura y amaba a su pequeña también - habla como si lo sintiera - Además, nunca noté algo extraño con ese escolta o alguna cosa que ella me haya dicho como para yo poder descifrar quizás, pero no. Nunca vi algo de lo que Leonardo aún sigue acusándola.

- ¿Y las pruebas?

- No lo sé. Sabemos que la prueba de paternidad no es positiva, pero estoy muy segura que mi amiga no pudo haber sido capaz de hacer algo que afecte a su matrimonio - esto más hace que razone.

- ¿Qué sabes del accidente?

- ¿Qué te dijo Leonardo? - responde.

- Envenenamiento y la falla de los frenos del auto.

- ¿Nada más te dijo? - nuevamente contesta mis preguntas con otra pregunta.

- ¿Qué más me tenía que decir? - pregunto calculando su nerviosismo.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora