Rubí
- ¿Por qué discuten? - guardan silencio cuando los he encontrado enfrentados hace dos segundos. Dejo mis cosas en un sillón.
- Hija, sal de aquí, ¿sí? - ordena con autoridad levantándose de su escritorio - Esto es cosa de tu abuela y yo.
- Lo siento, papá, pero no me iré. Tú no debes estar teniendo este tipo de discusiones. ¡Sus gritos se oyen hasta afuera! - tengo un enorme coraje en este momento - Abuela, ¿usted no conoce que mi padre sufre del corazón? - reclamo.
- ¡¿Dices que no conozco lo que sufre mi hijo?! ¡¿Acaso me estás diciendo eso?! - dispuesta a todo se acerca a mí.
De solo apreciar su actitud de egoísta y prepotente, me da ganas de arrancarle ese collar de perlas que le cuelga por el cuello. Sus arrugas cerca de los ojos se marcan cada vez que mueve la boca y es que pronuncia con dureza cada palabra.
- ¡Pareciera que no porque lo pone en este tipo de situación! - levanto mi voz y papá viene a evitar una desgracia.
- Yo no lo pongo en esta situación. ¡Eres TÚ, quien nos pone a todos así y no has dejado que mi estancia aquí sea amena! - frunzo el ceño furiosa, mientras ella se descarga a mirándome fijamente.
- ¡Madre! - retumba los vidrios del despacho poniéndose enfrente de nosotras.
- ¿Cuál es su problema conmigo? - la encaro sintiendo el vapor en mi cara y es la primera vez que no la trato como mi abuela sino como una desconocida más - Esto lo ha tenido atorado durante estas semanas, pero ¿sabe qué?, es bueno saber que pensamos igual. ¡Yo TAMPOCO la he pasado bien!
- ¡El problema fue cuando te quedaste en esta casa! ¡Desde ahí empezaron nuestros problemas! - podrá ser pequeña, de estatura y elegante, pero tiene agallas de esas mujeres de la calle. Parpadeo confundida ante su tan difusa respuesta.
- ¡¡Me puede explicar de qué habla!! - harta, suplico por su atención y su veracidad.
- Hija... - el toque de sus uñas largas en uno de mis brazos me estremece. Mamá se unió a la gran festividad de los Riera, pero no me va a tranquilizar.
- ¡Desde que tú llegaste a nuestras vidas todo, ha sido caos tras caos! ¡Ni siquiera debes ser la futura presidenta de nuestra empresa! - habla como si no fuera uno de ellos y de frente escupe su influencia sobre mi padre.
- ¡Madre, ya basta! - Papá la hace retroceder y tienen una guerra con sus manos.
- ¡Suéltame!
- Podría ser un poco más clara porque no la entiendo.
- Hija, vamos - quiere llevarme con ella y de reojo veo que tres personas entran, pero no sé de quienes se traten porque mi único objetivo es la mujer de edad.
- Yo no entiendo cómo puedes oír y no reaccionar ante lo que ella me está diciendo - me zafo de su agarre y es hora de poner los puntos claros - ¡Se supone que soy tu hija y está señora que está aquí dice que hubiese deseado mi muerte y TÚ siendo mi madre NO DICES NADA! - mamá está perpleja con su boca semiabierta sin poder argumentar algo y necesito algo que me auxilie de no distanciarme de ella, pero solo se limita a callar y veo sus ojos marrones un poco húmedos - ¡¿POR QUÉ NO DICES NADA?! - grito desde mis entrañas casi en lágrimas y sin poder reconocer mi voz.
- ¿Quieres saberlo? - volteo hacia mi abuela.
- ¡Mamá, quiero que te vayas de mi casa! - decreto papá con braveza y fue como si algo se hubiera roto en el ambiente. El impacto nos condujo a pasar por alto cualquier otro comentario porque la persona indicada ha dado por finalizado esta discusión - ¡Ahora mismo te vas! - ordena.
ESTÁS LEYENDO
Solo quiero tu verdad
RomanceAl principio no me agradó mucho aquella noticia que hizo que mis planes se arruinaran en tan solo un día. Aquel hombre que me escogió para que sea su escolta era muy misterioso, no se parecía en nada con las otras personas con las que había trabajad...