Capítulo #79: Estar bien

45 2 11
                                    

Rubí

- ¿Por qué discuten? - guardan silencio cuando los he encontrado enfrentados hace dos segundos. Dejo mis cosas en un sillón.

- Hija, sal de aquí, ¿sí? - ordena con autoridad levantándose de su escritorio - Esto es cosa de tu abuela y yo.

- Lo siento, papá, pero no me iré. Tú no debes estar teniendo este tipo de discusiones. ¡Sus gritos se oyen hasta afuera! - tengo un enorme coraje en este momento - Abuela, ¿usted no conoce que mi padre sufre del corazón? - reclamo.

- ¡¿Dices que no conozco lo que sufre mi hijo?! ¡¿Acaso me estás diciendo eso?! - dispuesta a todo se acerca a mí.

De solo apreciar su actitud de egoísta y prepotente, me da ganas de arrancarle ese collar de perlas que le cuelga por el cuello. Sus arrugas cerca de los ojos se marcan cada vez que mueve la boca y es que pronuncia con dureza cada palabra.

- ¡Pareciera que no porque lo pone en este tipo de situación! - levanto mi voz y papá viene a evitar una desgracia.

- Yo no lo pongo en esta situación. ¡Eres TÚ, quien nos pone a todos así y no has dejado que mi estancia aquí sea amena! - frunzo el ceño furiosa, mientras ella se descarga a mirándome fijamente.

- ¡Madre! - retumba los vidrios del despacho poniéndose enfrente de nosotras.

- ¿Cuál es su problema conmigo? - la encaro sintiendo el vapor en mi cara y es la primera vez que no la trato como mi abuela sino como una desconocida más - Esto lo ha tenido atorado durante estas semanas, pero ¿sabe qué?, es bueno saber que pensamos igual. ¡Yo TAMPOCO la he pasado bien!

- ¡El problema fue cuando te quedaste en esta casa! ¡Desde ahí empezaron nuestros problemas! - podrá ser pequeña, de estatura y elegante, pero tiene agallas de esas mujeres de la calle. Parpadeo confundida ante su tan difusa respuesta.

- ¡¡Me puede explicar de qué habla!! - harta, suplico por su atención y su veracidad.

- Hija... - el toque de sus uñas largas en uno de mis brazos me estremece. Mamá se unió a la gran festividad de los Riera, pero no me va a tranquilizar.

- ¡Desde que tú llegaste a nuestras vidas todo, ha sido caos tras caos! ¡Ni siquiera debes ser la futura presidenta de nuestra empresa! - habla como si no fuera uno de ellos y de frente escupe su influencia sobre mi padre.

- ¡Madre, ya basta! - Papá la hace retroceder y tienen una guerra con sus manos.

- ¡Suéltame!

- Podría ser un poco más clara porque no la entiendo.

- Hija, vamos - quiere llevarme con ella y de reojo veo que tres personas entran, pero no sé de quienes se traten porque mi único objetivo es la mujer de edad.

- Yo no entiendo cómo puedes oír y no reaccionar ante lo que ella me está diciendo - me zafo de su agarre y es hora de poner los puntos claros - ¡Se supone que soy tu hija y está señora que está aquí dice que hubiese deseado mi muerte y TÚ siendo mi madre NO DICES NADA! - mamá está perpleja con su boca semiabierta sin poder argumentar algo y necesito algo que me auxilie de no distanciarme de ella, pero solo se limita a callar y veo sus ojos marrones un poco húmedos - ¡¿POR QUÉ NO DICES NADA?! - grito desde mis entrañas casi en lágrimas y sin poder reconocer mi voz.

- ¿Quieres saberlo? - volteo hacia mi abuela.

- ¡Mamá, quiero que te vayas de mi casa! - decreto papá con braveza y fue como si algo se hubiera roto en el ambiente. El impacto nos condujo a pasar por alto cualquier otro comentario porque la persona indicada ha dado por finalizado esta discusión - ¡Ahora mismo te vas! - ordena.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora