Capítulo #41: ¿En peligro?

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Yo no encuentro un camino que no sea de discusiones, mentiras o peleas para permanecer junto a Gian, pero sigo manteniéndome qué tal vez toda esta locura de amor tenga un respiro de paz pronto.

Retornando en las redes de las historias falsas, Paula y yo mentimos a mi padre. No entiendo porque si ya me tiene en sus manos porque no me acusa y ya se termina todo. Sus ojos siempre se enfocan en los de él con una iluminación y tristeza notoria que me hace sentir incómoda por la manera en que todavía lo ama.

Mi papá con la cara de pocos amigos desde ese día indescifrable donde se reunió con la mamá de Gianluca, no nos creyó que el motivo de la pelea fue una lección de defensa para cualquier ataque que tenga, sin embargo, los aruños y las cachetadas reales que nos dimos no parecían ser parte del juego y casi Paula se vio despedida de su trabajo a no ser por Joseph que abogó por su compañera.

Sencillamente, le aburrió lo que le confesamos y al querer verle la cara de idiota se enojó mucho más. A ambas nos reprendió, a ella por haber cruzado los límites con sus superiores y a mí por mi falta de educación. Tan solo esa noche fue muy tensa, que papá parecía querer quemar la casa y desaparecernos a todos. Quizás por esa razón nos mandó a todos a volar y pude librarme de ese problema sin ninguna consecuencia grave prometiendo que no va a pasar de nuevo. Mis marcas de ese día sanaron de lo mejor.

Una conversación repleta de intriga con la señora Carla puso mi casa patas arriba. Comencé a darme cuenta que mis padres, ya no duermen juntos, en las comidas ellos ya no se miran y se hablan con monosílabos para casi todo, las clases de Annabelle son con la presencia cercana de mi madre y cuando intento entablar una conversación con la señora Sandra para explicarle de mi propia boca lo que siento por su hijo, mamá y mi nana me interrumpen alejándome del lugar. Un comportamiento muy raro.

- ¡¡Hello!! - tembló mi mano derecha cuando escuché el grito eufórico - ¿Qué haces, amiga? - la miré molesta - ¿Qué hice? - rio confundida.

- Asustarme cuando estoy dibujando - sofocada cerré mi cuaderno. Su grito hizo que me pierda en el papel.

- ¿En serio? - se sentó y dejó una funda blanca en mi escritorio - A ver, déjame chequear - giró mi cuaderno para su dirección y lo abrió - ¡Qué bonito! ¿Ya los vas a sacar? - siguió revisando.

- No. Ayer me quedé con mi papá trabajando en la madrugada y me presentó unas ideas. Las quise pulir para ver que tal - tímida moví mi lápiz.

- ¡Y lo lograste! Tu papá y los demás modistas los aprobarán.

- Sí. Aunque creo que igual les harán unas correcciones a las prendas. Tú sabes, a ellos nunca se les escapa nada.

- Eso es verdad - alzó sus cejas detalladamente pintadas y me entregó el cuaderno.

- Bueno, como te veo ansiosa. Te traje algo de comer para que te relajes y charlemos - agarró la funda y la abrió.

- No estoy ansiosa - incrédula sonreí guardando el cuaderno en uno de mis cajones.

- Ah, ¿no? - preguntó y fruncí el ceño - Usualmente tú dibujas cuando estás nerviosa. Lo haces para distraerte un poco.

- No es cierto - sacó unas cajas.

- Sí, claro - volteó los ojos - ¡Te he traído sushi! - presentó las cajas de manera alegre y reí.

- Gracias - este plato japonés me gusta bastante. Me dio mi caja y agarré los palillos chinos para empezar a comer.

- Cuéntame, ¿qué te vas a ir a ver con tu amor secreto por eso estás nerviosa? - habló después de digerir.

- No - sonreí moviéndome en mi silla de rueditas.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora