Capítulo #43: Se termino

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GIANLUCA

Yendo al jardín escuché las risas de los amigos de la pequeña Annabelle. El plan del día de ella fue invitar a sus amistades a divertirse en su casa con un par de juegos y entre ellos está el famoso twister, y quien dirige el tablero es nada menos que ojos de otoño.

- Ok, Annabelle, pie derecho azul – indicó alegremente ella sentada en el césped con un short jeans y una blusa blanca con los hombros descubiertos.

- ¡Pero no alcanzo! ¡Qué no ves! – se defendió. Disfruto del escenario colorido sentado en la mesa grande que tiene una sombrilla y que es al aire libre cerca de ellos.

- Sí alcanzas, Annabelle. Dale – dijo riendo una de las amigas llamada Ximena y los demás niños se mantenían en su lugar con dificultad.

- Es que me encantaría tener la elasticidad de Emilio – dijo la pequeña con sarcasmo. Me olvidé de decirles que Emilio volvió a tener 9 años. Es uno de los 4 jugadores.

- No, bonita. Conmigo no te metas. No es mi culpa que en tu academia de danza cara no te hayan enseñado lo que es elasticidad – habló él. Todos reímos incluso mi chica que últimamente pasa desanimada y callada.

- ¿Y a ti sí te enseñaron? – preguntó David, un niño de corte hongo en su cabello. Emilio se quedó pensando.

- ¿Has ido a una academia de danza, Emilio? – preguntó una niña de ojos pardos burlándose. Todos comenzaron a reírse sin importar que están en unas posiciones liosas.

- ¡Ok, ok! ¡Sigamos! – Rubí siguió animando con un poco de risa – Emilio, mano izquierda verde.

- Tendré cuidado de no aplastarte, bro – él se impulsó para no toparse tanto con David moviendo un poco a los demás. Sonreí - ¡Gian, en vez de estar ahí riéndote, únete al juego! – gritó y fui el punto de interés de todos. Observé que la sonrisa de la castaña se desvaneció, por lo que supongo que he deshecho su entretenimiento. ¡Ven! – detuve mis ojos en mi amigo y de nuevo la miré. Ella está incómoda con saber que estoy aquí, así que no quiero ganarme más su resentimiento - ¡Ven! ¡No seas aburrido como Paula! – su presencia aumenta más la tensión, pero no quiero prestarle ni un segundo de mi atención. La otra noche en mi cuarto le grité muy fuerte y me enojé al tope de sacarla rudamente de mi espacio.

- ¡Sí, ven! – me animó Annabelle – Podemos intentar de cinco.

- No – respondí - Aquí estoy bien. Me encuentro menos complicado que ustedes – grité sonriendo. Quería unirme, pero no quiero molestar a ojos de otoño.

Eso solo empeoraría nuestra situación.

- ¡Cobarde! – acepté el cumplido de mi lindo amigo.

- ¡Hermana sigue! – dijo la niña emocionada - ¡Rubí! ¡Llamando a mi hermanaaa! ¡Holaaa! – ojos de otoño se quedó perdida mirando el césped - ¡¡Rubí!!

- ¿Qué? - aterrizó - Lo siento – ella parpadeó nerviosa arreglando su cabello y procedió con el juego – David, mano derecha roja.

- Disculpen que los interrumpa – avisó Eu con su gentileza - Rubí, ya llegó Emma. Está en tu habitación.

- Ok, gracias – respondió y se retiró tranquila la nana – Tengo que dejarlos chicos – se levantó – Emilio, te sedo el puesto – señaló el tablero y él aceptó antes de aplastar a uno de esos niños – Sé que los divertirás – sonrió.

Pasó casi a lado mío sin verme, entonces, la seguí. Paula fue la única que puso cuidado a lo que pienso hacer y la fulminé con la mirada antes de irme. Ojos de otoño subió las escaleras de la casa creyendo que está sola. Creo que mi presencia la sintió porque retrocedió a ver insegura sus pasos.

Solo quiero tu verdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora