Allen apenas pudo dormir durante la noche, no pudo conciliar el sueño y a la hora de levantarse en la madrugada, fue una completa tortura. Había pasado una semana desde que quemo los nudillos de su mano, ya no usaba la venda y sólo era notable el ligero color rojizo de su dorso. Gregory y su hijo se encargaron de comprar la comida del mes y todos los ingredientes para la panadería.
Dos sacos de harina con treinta kilos cada una, tampoco debía faltar el relleno de algunos panes y la comida que consumían. Eso se compraba con parte del salario de Anne-Marie y la ganancia de Allen era para los demás gastos, incluyendo que ahora le pagaban menos y apenas podía guardar unas cuantas liras para el matrimonio.
Lo que se ganaba en la panadería también se usaba en cubrir los gastos que Bell ya no cubría cómo antes. Gas, leña, alimentos, alquiler; y si quedaba algo, una prenda nueva para el guardarropa. Allen salió de su habitación mientras rascaba su cabello y soltaba un bostezo, dirigió sus pies descalzos hasta la cocina, donde halló a Gregory formando los bizcochos que pronto serían metidos al horno.
—Buenos días padre —saludó Allen acercándose al mencionado y dándole un amistoso apretón en el hombro.
—Buenos días, ¿cómo dormiste? —preguntó Gregory sin quitar la mirada de su trabajo.
—Nada bien, pase la noche en vela —contestó Allen, sacando el una canasta los trozos de carbón apagados y colocando madera nueva apilada una encima de otra.
—La pasaste preocupado, por eso el desvelo —aseguró Gregory.
—Estuve pensando... —Allen dejó caer el cerillo sobre la madera y observó el suelo polvoriento—... ¿Que pasaría si no me caso con Katherine?
Gregory volteó a mirarle, limpió sus manos llenas de harina contra el delantal y arrugó las cejas ante la inquietante pregunta.
—¿Por qué dices eso?
—No lo sé, sólo quería saber cómo reaccionarían ustedes si yo no me caso con Kate —más que todo, Allen quería una respuesta positiva, ya que daría marcha atrás por ellos a pesar que jamás se lo hayan pedido.
—Claramente nos indignaríamos contigo por la decisión, pero si ella te deja... no lo sé, ustedes dos se aman y no me gusta pensar en eso. ¡Tampoco lo cuentes a tu madre, ya sabes cómo es!
—No, no le diré nada a ella —negó Allen alejándose del horno cuanto el calor se sentía más fuerte—. Iré a cambiarme —informó.
Gregory asintió con el pensamiento carcomiendo su mente, sabía cómo era su hijo, era normal tener dudas antes de dar un paso lleno de responsabilidades, pero él eligió eso desde el inicio. Estas últimas semanas había notado un distraído comportamiento por parte de Brooks, darse a la idea de que tal vez estuviera pensando en separarse lo devastaba por completo.
Muy pocas veces la pareja tenía comunicación y Kate odiaba ciertos aspectos sobre las funciones de Allen en la casa, por ese lado Gregory apoyaba a su hijo, aunque también entendía que faltaban dos meses y tres semanas así que no lograban tener suficiente tiempo para estar juntos cómo la pareja joven que eran.
Allen abotonó su saco negro descosido en los bordes, se colocó la boina verde ocultando el marañado cabello y salió de su alcoba. Al momento, la puerta fue golpeaba desesperadamente, algo que siempre molesto que hiciera la gente. ¿Acaso no podían tocar cómo personas civilizadas?
—¡Ya voy! —gritó Allen soltando un gruñido ante la insistencia de tocar así la puerta.
—¡¿A quien demonios se le ocurre en tocar la puerta así?! —comentó Gregory desde la cocina, mientras metía la bandeja de bizcochos en el horno.
ESTÁS LEYENDO
Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...