Gregory logró tener una charla con el señor Washington, la cual no terminó de la mejor forma. El señor Bell portaba un carácter bastante fuerte, pensaba en dar la cara a la familia y pedir disculpas por lo sucedido. En cambio los señores Washington le dijeron que no querían saber nada de la familia Bell, sobre todo que Katherine sí se casaría con un joven de buena posición como siempre lo habían querido.
—Señor Bell, mi hija quería casarse con su hijo tan sólo por capricho, más que todo para fastidiarme y llevarme la contraria. En algún momento si llegó a quererlo, pero ella sabe perfectamente lo que le conviene, no puede comparar al joven Hammer con alguien como su hijo —algo que casi mata a Gregory de la rabia, fue el rostro de asco por parte de Washington al mencionar a Allen.
No era la primera vez que fue sorprendido por la hipocresía de las personas, sin embargo el fue uno de los mayores precursores para que Brooks se casara con Katherine.
—Quiero que sepa una cosa señor, ¡mi hijo vale más que cualquiera de esos hombres adinerados! ¡Usted y su familia se pueden ir al infierno! —la señora Washington jadeó impresionada tras lo dicho llevando la mano a su pecho.
Gregory salió de la casa sin decir nada más, dando un fuerte portazo que hizo a los señores encoger los hombros. Después de aclarar las cosas con la familia, la vida siguió el curso normal pero ahora con un peso menos encima, el matrimonio. Allen le entregó sus ahorros a Gregory para que lo usara de la mejor manera, aunque una parte la tomó para comprar algunos alimentos para Joseph y sus amigos.
Conforme las semanas pasaban, Bell pudo notar el cambio de Conrad Jackson, la decadencia de James Ritter, sobre todo el cambio de estaciones y como los árboles del bosque se quedaban poco a poco sin hojas. Jackson siguió trabajando, más no volvió a tomar una gota de alcohol, Allen pronto entendió el cambio de Conrad; los culpables fueron los chicos que por un tiempo le dieron la espalda yéndose a vivir con Ritter.
Más temprano de lo que esperaron, Jackson llegó a buscarlos para pedirles perdón por lo cruel que fue durante mucho tiempo, prometió cambiar. Marianne reunió a sus amigos, charlaron minutos pensando en aceptar la propuesta de volver a la casa, todos al final estuvieron de acuerdo en volver. Conrad no pensó en volver a sentir afecto por nadie más después de la muerte de su hijo, y ahora aquellos niños inquietos se volvieron el centro de su vida.
Naturalmente ellos le comentaron sobre el golpe que él le dio a Allen Bell, exigiendo la merecida disculpa que necesitaba. Allen aceptó gustoso, algrándose sinceramente por el cambio de Jackson; su hogar ya no parecía una casa abandonada, Bell ayudó a Jackson y a los chicos a restaurar partes de la casa que se encontraban dañadas.
Dividieron dos pequeñas habitaciones de la sala, y para eso usaron la ayuda de Williams que se encargó de construir ambas alcobas entre los tres. Mientras Conrad parecía avanzar en su rehabilitación contra el alcoholismo, James cada día se hundía más en el. El otoño era la estación favorita de Allen, cuando se encontraba con Wellington pasaban la mayor parte de las tardes tirándose hojas secas. Entre anaranjadas, amarrillas, cafés, rojizas o tostadas, Allen sacudía su cabello sucio de las hojas y las tiraba en dirección a Wellington.
Hubieron dos oportunidades en las que Thomas y Eleonor visitaron a Colette en Londres, como era de costumbre, Collins no los acompañó. Despachaba a los empleados desde muy temprano, se sentaba en el sofá de la sala en espera de Allen. La primera de las dos veces, pasaron una tarde comportándose como si fueran esposos; bebieron té en la sala, leyeron un libro en la biblioteca acostados uno junto al otro, incluso Wellington le dio el permiso a Bell para usar la cocina y éste le enseñó a preparar algo tan simple como un huevo.
Collins avergonzado por su poco conocimiento en la cocina llegaba a perder la paciencia, peinando su cabello hacia atrás después de no tener éxito por cuarta vez al no romper el cascarón del huevo sin hacerlo pedazos. En cambio Allen sí contaba con la paciencia requerida para volver a darle un ejemplo de como se rompía el cascarón, y posteriormente de la quinta vez, Wellington logró romperlo con la mayor de las delicadesas.
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Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...