Capítulo 43

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Allen despertó de golpe tras el fuerte sonido de la puerta siendo golpeada, miró hacia los lados notando que todavía seguía abrazado a los chicos, quienes dormían plácidamente. Se levantó de la cama con cuidado para no despertarlos, pasó a un lado de Jackson que ahora yacía boca abajo sobre el sucio colchón, llegó hasta la puerta y abrió de manera molesta.

—¡Brooks! —jadeó Anne-Marie parada a un lado de Gregory, sosteniéndose de su brazo—. ¡Estábamos tan preocupados por ti! —rechistó. Bell observó a lo lejos donde el sol ni siquiera había salido, era de madrugada.

—Lo lamento mamá pero... —

—¡Ninguna disculpa Allen! —Gregory lo señaló con severidad—. ¿Que te paso en la cara?

—Oh cariño, mira cómo tienes... —Anne se acercó a su hijo adentrándose a la casa, tomando a Allen del mentón para divisar mejor el golpe rojizo e hinchado—. ¿Quién te pegó? —su tono cambió a uno molesto.

—Es una larga historia mamá, el señor Jackson estaba borracho y quería lastimar a los chicos, yo me interpuse y... —fue interrumpido por la violencia con la que Gregory se adentro al lugar, casi que tirando humo por los oídos.

—¡¿Donde esta ese imbécil?! —preguntó Gregory pero rápidamente lo vio tirado sobre un colchón, estuvo a punto de acercarse sin embargo Bell lo detuvo enseguida.

—Papá, basta, déjalo. Él estaba borracho y no creo que se acuerde —pidió Allen sin soltarlo del brazo mientras éste quería seguir avanzado con insistencia.

—Gregory, mejor vamonos —formuló Anne-Marie tomándolo del hombro que se encontraba tenso.

—Que sea la última vez que vuelves a ver a estos niños, ¿entendiste Brooks? —amenazó el señor Bell con enojo.

—Pero papá ellos... —

—¡No discutas conmigo niño! ¡Es una órden! ¡Camina! —gritó Gregory dándole un empujón brusco a su hijo, Bell sólo siguió su camino hasta el exterior de la casa sin decir nada más. Era aterrador cuando su padre se enojaba de verdad, no podía discutirle o probablemente recibiría otro golpe.

—Cariño, calmate —pidió Anne consternada por el carácter de su marido.

—No digas nada mujer, esto es tu culpa por dejarlo irse a esas horas —aseguró Gregory caminando por el lodo con más furia que antes.

Allen iba delante de ellos en un silencio culposo, sentía que las cosas que hacia estaban mal y su papá tenía razón, no debía preocuparse tanto por esos niños. Y a pesar de razonar esas cosas, no podía apartar ese sentimiento de responsabilidad, ya se había involucrado mucho con ellos. El cielo comenzaba a pintarse en un tono más claro, entre azul celeste y verde agua, y al momento de llegar a su hogar se quedó sentado en la entrada principal sobre los escalones de madera.

—Querido, sería bueno que trajeras agua —recomendó Anne abriendo la puerta unos centímetros para notar el semblante decaído de Brooks.

—Si madre, iré dentro de unos minutos —suspiro Bell apoyando su barbilla contra las rodillas recogidas pegadas a su pecho.

—¿Todavía te duele mucho? —preguntó Anne.

—Un poco.

Anne-Marie frunció los labios sintiendo lastima por su querido hijo, no vio correcta la manera de Gregory al tratarlo, pero no podía discutir en contra de ello. Ella se alejó de la puerta dejándola entreabierta, caminó hasta la cocina donde encontró a Gregory encendiendo el horno y tirando la leña con enojo.

—Pensé que Allen haría eso —comentó Anne sentándose en la silla del comedor.

—No quiero ver a Brooks aquí —gruñó Gregory mientras tomaba la caja de cerillos—. Varias veces le advertí que no se ocupara de esos mocosos, ¡no son su responsabilidad! Y dale gracias a Dios que sólo fue ese golpe.

Wellington. [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora