Wellington bajó las escaleras ya completamente vestido, listo para ir a su cita con Allen, después de él, se había vuelto una persona bastante puntual. Demasiado si se podría decir, apenas eran las nueve de la mañana y ya tenía las intenciones de irse. Al pasar por la sala se encontró con su padre escribiendo algo de manera apresurada en una hoja amarillenta.
Collins acomodó su sombrero de paja y se acercó a su padre, quería hacerle varias preguntas sobre la discusión de la cual jamás se volvió a hablar. Por otro lado le recomendaría que no era buena idea asistir a la boda de Allen. Al instante de recibir aquella invitación, no pudo ocultar su enojo y celos, tirando el sobre en el sofá sin decir ni una sola palabra. Pronto lo justificó con el hecho de que jamás asistiría a esas fiestas de baja categoría, asegurando con firme voz lo que sus padres veían obvio: "No iré a ese matrimonio" dijo durante la cena.
—¿Tienes algo que decirme? Te veo muy inquieto —notó Thomas levantando la mirada de la hoja, una lista de compras para el día de su cumpleaños que pronto se acercaba.
—¿Y eso... para qué es? —señaló Wellington lo escrito.
—Ah, una pequeña lista de la comida que se hará el día de mi cumpleaños. Será una pequeña reunión con amigos cercanos, nada más —contestó Thomas acomodando sus lentes de media luna.
—Creo que ambos odiamos las fiestas —Collins sonrió de lado, planchando su camisa blanca por encima de los tirantes negros de tela.
—Te equívocas hijo, yo no odio las fiestas, simplemente no estoy de ánimos para algo así —aclaró.
—Últimamente te veo muy decaído, ¿es por la pelea con mamá? ¿Todavía siguen peleados? —y Wellington sintió miedo por una posible separación, recordando la horrible pelea cuando él apenas tenía quince años y pensó que ellos terminarían su matrimonio.
—No, para nada, tu madre es... una mujer muy comprensiva y hablé largas horas con ella —informó mientras se quitaba los lentes y exhalaba un suspiro cansado, frotándose los párpados.
Wellington notaba la melancolía en su mirar, su forma de hablar era muy suave y algo pausada, como si no quisiera abrir la boca para nada.
—Espero que todo esté bien entre ustedes —Collins se acercó para sentarse a la par de su papá, pasando el brazo por sus hombros—. ¿Y Johnson...?
Thomas frunció sus grises cejas, girando el rostro para mirar a su hijo sin entender la pregunta concretamente.
—¿Qué tiene Johnson?
—Es que —Wellington quitó su brazo de los hombros ajenos—todavía no entiendo la base de su discusión.
—Oh, entonces sí escuchaste nuestra conversación —formuló Thomas cruzándose de brazos.
—Es obvio que la escuché, quiero entender lo de Johnson, mamá decía que estabas “obsesionado” con él —recordó Wellington con cierto tono vacilón, aunque su padre pareció no tomárselo de esa manera.
—Obsesionado...—farfulló Thomas negando con la cabeza y desviando la mirada a la mesita para café donde yacían varias hojas escritas, pensó en Sloar durante las últimas semanas y lo agradecido que debía estar por haber sido parte de la familia. Y a pesar de mantener la cabeza en alto, las palabras dichas el día de la fiesta de Wellington, eran muy reales—... A tu madre siempre le ha encantado exagerar las cosas —rió flojo después de una larga pausa que no dejó convencido al contrario.
—Entonces... ¿Qué es lo que sucede? —Collins apoyó su codo contra el espaldar del sofá y sostuvo su cabeza con la palma de la mano abierta—. Mamá no dice ese tipo de cosas por nada, creo que ambos la conocemos muy bien.
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Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...