Capítulo 36

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Otro esperado domingo había llegado, Wellington se contagió de alegría al ver cómo el resplandeciente sol atravesaba todas las ventanas de la casa, era un día espléndido. Se había encargado de darle un dinero extra a Neil por su constante trabajo en dejar las cartas, su padre jamás se enteró de lo que hacia ya que el dinero que agarraba lo sacaba de su propio bolsillo, de los ahorros que fue acumulando durante años.

Collins se miró en el espejo detalladamente, mientras con una pequeñas tijeras le daba forma a su bigote más tupido. Llevaba puesto el traje que usaba para pescar; camisa de lino blanco, pantalón holgado verde musgo, botas de cuero con botones simples, tirantes negros cruzados en la espalda y un abrigo viejo y desgastado color marrón oscuro. Alistó su caña de pescar, era obvio que no iría a tal actividad pero de alguna manera tenía que pasar desapercibido de sus padres.

Peinó su caballo hacia atrás recién lavado, le dió el último retoque a su bigote curvándolo hacia arriba. Aunque a veces no podía negar que detestaba el bigote, ya que le recordaba al dichoso doctor Williams o al hombre del que Rachel estaba realmente enamorada. Prefirió no recordar los malos momentos del pasado, cada vez que pensaba en Rachel había algo en el interior que le molestaba, no había podido perdonar del todo.

A pesar que el amor de Allen lo hizo cambiar para bien, la sombra de Rachel seguía ahí, era claro que no la amaba pero las cosas quedaron inconclusas y no pudo cerrar esa etapa de la vida. Cómo muchas otras cosas, Wellington, prefería ignorarlas y no pensar más en ello hasta que hiciera suficiente ruido para sacarlo de su idílico momento. Tenía experiencia, anteriormente había cometido el error de ignorar sus sentimientos y ahí estaba, irremediablemente enamorado de Allen.

Collins salió de su habitación cerrando la puerta detrás suyo. Habían decidido por medio de cortas cartas que se verían mucho más temprano, aunque Bell insistió en preguntarle a donde tenía planeado llevarlo, Wellington no contestó la pregunta. Al bajar las escaleras con la caña de pescar adherida a su hombro izquierdo, notó la presencia de su padre sentado en el sofá escribiendo sobre la mesita.

—Veo que vas a pescar —comentó Thomas levantando la mirada y acomodando los lentes de media luna que resbalaban por su nariz.

—Si, yace varias semanas no práctico tal actividad —respondió Wellington pasando a un lado de su padre.

—Te dejaste crecer el bigote. Recuerdo que decías lo mucho que lo detestabas porque te recordaba a... —

—Sé lo que dije padre, pero no tiene nada de malo un cambio —Collins lo encaró, a lo que Thomas sonrió alegre suponiendo el avance de su hijo.

—Significa que estás dejando el tema de Rachael en el pasado ¿no? —inquirió Thomas con ilusión.

—Puede que sienta algo de nostalgia, pero ella está por completo en el pasado. Y no pienso volver a repetirlo —aseguró Wellington, en su mente sólo existía Allen pero para Thomas, Caroline era la razón de su cambio.

—Oh hijo, no sabes cuánto me alegro por ti. Estoy feliz que dejes eso atrás y veas las cosas que realmente valen la pena —sonrió Thomas convencido de lo que decía.

—Tienes razón —asintió Collins mirando el suelo iluminado por los rayos del sol que atravesaban las ventanas abiertas.

—Aunque ese bigote te hace ver más mayor de lo que eres —opinó Thomas volviendo su vista a la carta dedicada a Colette. Wellington pasó la yema de sus dedos por aquella área, pensando que se veía bastante viejo y ridículo hablando con alguien tan maravilloso cómo Allen.

—Me tengo que ir —anunció Collins aún más pensativo que antes.

—¡Cuídate! Y no vengas tarde —ordenó Thomas sin alzar la vista. Creía firmemente que su trabajo estaba casi concluído con el emparejamiento de la señorita Brown y su hijo, él se veía diferente, lo notaba en el particular brillo de sus ojos que detonaban felicidad.

Wellington. [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora