Capítulo 60

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La fiesta que celebraba el fin de año era esa noche, y como era de costumbre, Thomas no invitó a sus amigos o a otro tipo de personas, ya que tan sólo quería pasar ese día con su familia. Brigham pasó toda la mañana al lado de Wellington, quien yacía vestido con un elegante traje azul marino de tres piezas, sombrero de bombín y bufanda blanca; tenía el presentimiento que su hermano no se arrepentía de nada tras su conversación la mañana anterior.

Heloise llegó después del medio día junto a Winston y Theodore, el señor McCory ni siquiera alzó a mirar a Wellington, algo que muy poco le importaba al segundo. Brigham sintió que era buena idea que esa noche Caroline Brown anduviera detrás de Collins, tal vez de esa manera no tuviera la oportunidad de irse a ninguna parte.

Todo ese tema del amor secreto lo tenía cansado, él no podía tomar medidas contra su hermano sin recibir una paliza, pero sus padres ejercían más poder sobre él. Realmente pensó durante largas horas si era buena idea decirle a sus padres sin antes darle una oportunidad a Wellington para cambiar, necesitaba darle una señal de que él sabía algo, y tal vez de esa manera lo mantendría alerta para pensar mejor la estupidez que hacia.

Durante la tarde, Wellington se vio envuelto en un sinfín de conversaciones sobre negocios familiares, matrimonios soñados y la pobreza en muchos lugares. Temas que claramente no le importaban, bebía callado de su copa con vino hasta la mitad, saboreando las uvas en su paladar de forma perezosa. Miraba la ventana donde el frío se acumulada en las orillas creando escarcha blanca, sus ojos se mantenían desenfocados en un millón de detalles que adornaban la casa, con tal de no seguir la conversación.

Pensaba en Allen, preguntándose cómo estaría pasando su fiesta, deseando estar a su lado sin nadie que los molestara. Imaginaba el pequeño jardín de la casa imaginaria que ambos habían construído, lo sencilla que podría ser la vida de los dos, pero sin duda llena de amor, tanto que no les bastaría una eternidad.

—Señor Collins, sería lindo que tocara esa preciosa melodía en el piano —propuso Caroline sonriendo ilusionada. Wellington desvío la mirada de la ventana que daba frente al sofá donde estaba sentado, parpadeando varias veces y bebiendo un trago de su vino.

—Sí cariño, deberías hacerlo, así todos verán que eres un un buen compositor —alentó Eleonor sentanda a un lado de su hijo mayor.

—Sólo compuse algo sencillo, eso no significa algo grandioso —discutió Wellington bebiendo otro sorbo de su vino y sonriendo con modestia.

—Vamos, hágalo por mí —pidió Brown acercándose a Collins, Clarice rápidamente se hizo a un lado para que su hermana se sentara.

—Lo haré porque mi madre me lo pide —aclaró Wellington levantándose de golpe del sofá, dejando la copa sobre la mesita para dirigirse al piano.

Todos los presentes lo siguieron, Brigham fue el último en llegar, viendo a su hermano sentando frente al instrumento sosteniendo una suave sonrisa, tocando las primeras teclas en una versión más alegre de la misma melodía. Y en su mirada podía notar el claro enamoramiento enfermizo hacia Allen Bell, parecía que no podía sacárselo de la cabeza, cada vez que lo miraba, sabía en quien pensaba y lo enojaba más.

La sonata se volvió más lenta hasta el punto de cambiar a algo triste, Caroline sólo le miraba con una sonrisa de medio lado; Brigham entendía la perseverancia de Brown y a ese punto no aguntaba el rechazo de Wellington hacia ella. El matrimonio con Caroline era lo mejor para su hermano, que se fuera del pueblo y olvidará a Bell, el compromiso era urgente, más que todo para la salud de Brigham.

No dormía por las noches pensando en que Wellington estaba en su dormitorio, imaginando las cosas que seguramente hacia en secreto con ese hombre. Nadie parecía prestar atención a los pequeños detalles, la sonrisa de Wellington al tocar la fresca melodía, se veía como todo un hombre enamorado.

Wellington. [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora