El cumpleaños de Wellington había llegado, Thomas se había encargado de invitar a todas las personas posibles, desde sus amigos hasta los conocidos de Brigham. Y el señor Collins tomó la oportunidad para pedirle a Johnson que llegara ese día en particular para ayudar a los únicos empleados que atendían, prometiéndole pagarle el doble de lo que ganaba en una sola noche. Naturalmente, Sloar, después de la insistencia de los señores Collins, accedió al empleo de un día, no tenía nada que hacer después de todo.
Wellington siguió su día de manera normal pero lleno de elogios y atenciones por parte de sus padres, las fiestas jamás fueron de su agrado sin embargo por el hecho de que era su cumpleaños, decidió aguantar a la multitud de personas que invadían la sala principal. Cecil y Fox se encargaron de quitar los sofás, el espacio fue mucho más amplio de lo que ya era. Una mesa se colocó cerca de las ventanas con las cortinas abiertas, y sobre ella había cantidades diferentes de alcohol, entre ellas: ron, whisky, vodka, vino blanco (rojo y tinto), cerveza, champaña y absenta.
Collins trató de alejarse lo más posible de esa mesa, recordando constantemente el frío rostro en negación de Allen, eso era lo que menos quería. Aunque por otro lado, era su cumpleaños y tenía que disfrutarlo, estaba seguro en poder controlar la cantidad de alcohol que bebería. Brigham fue uno de los primeros en llegar junto a Clarice, Wellington todavía recordaba lo que había pasado yace algunos días y esa pequeño chispa de ira volvía a él.
—¿Puedo pasar, hermano? —preguntó Brigham en tono suave, Collins sólo asintió con seriedad mirándolo por el reflejo del espejo—. Quería hablar contigo antes de que la fiesta empiece. Esta llegando toda la pandilla de papá —rió Brigham nervioso rascando su nuca mientras se acercaba a la cama.
—¿Sobre qué quieres hablar? —cuestionó Wellington severo, sin quitar la vista de su moño blanco alrededor del cuello alto; portaba un traje negro de tres piezas, sombrero de copa, guantes blancos y bufanda del mismo color.
—Yo... lamento mi comportamiento aquel día. ¡No estaba borracho! Si algo mareado sólo es que... sentí mucha rabia con lo que el señor Bell me dijo —explicó Brigham apenado por su actitud. Quería hacer las pases con su hermano, sobre todo porque era su día especial y él era su mejor amigo entre todas las personas que conocía.
—¿Y qué fue exactamente lo que te dijo? —inquirió Wellington encarándolo mientras se colocaba varias gotas de perfume en las mejillas y cuello.
—Que mi puesto es a base de nepotismo —gruño Brigham—. ¿Cómo demonios supone algo así?
Collins apretó los labios para no soltar una risa más fuerte, pero al final se escapó de su boca una leve risa reprimida.
—Ajá —asintió Wellington tratando de ponerse lo más serio posible, volteó rápidamente el rostro para colocar la botella de perfume sobre la mesita.
—¿Te estás riendo? —Brigham arrugó las cejas con molestia.
—No, para nada —Collins carraspeó la garganta enderezando la espalda—. ¿Y qué más te dijo?
—Ahg, eso ya no importa. Sólo quiero que me perdones por mi horrible comportamiento por favor —suplicó Brigham levantándose de la cama.
—No quiero que eso se vuelva a repetir. Sobre todo hoy, que es mi cumpleaños —advirtió Collins señalándolo.
—¡Te lo prometo! Cuidare tu espalda a cada momento, sé que no te gusta estar con tanta gente, sobre todo de la señorita Brown.
—¿Ella vendrá? —preguntó Wellington desanimado.
—Por supuesto, sería de mal gusto traer sólo a mi esposa y no invitar a mi cuñada —respondió Brigham con seguridad, pasando la mano por su cabello.
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Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...