Brigham había llegado esa mañana fría de un jueves con un semblante alegre y escandaloso, como era de costumbre. Se extrañó al saber que Sloar Johnson ya no trabajaba para la familia, una noticia inesperada acompañada con un sentimiento de nostalgia. Wellington quedó con Allen para verse ese día a las ocho de la mañana, lo que menos esperó fue ver a su hermano sentado en el sofá de la sala platicando con su madre.
Lo que menos quería era lidiar con Brigham, sobre todo tenía que ser bastante tosco para que lo dejara irse tranquilo y no se le ocurriera acompañarlo. Collins bajó las escaleras en silencio, sosteniendo el sombrero de bombín entre sus manos; llevaba un abrigo negro abotonado a la altura del cuello, pantalón del mismo color y botines marrones oscuros. Brigham bebía de su whisky mientras Eleonor saboreaba las hierbas que le puso a su té.
—Estuve pensando quién podría reemplazar a Johnson —argumentó Eleonor, bajando la taza de porcelana blanca de bordes dorados de su rostro para divisar mejor a su hijo.
—Tiene que ser alguien joven —aconsejó Brigham tomando otro sorbo de su amargo whisky—. ¡Will! —notó al momento de alzar la mirada—. No pensé que saldrías de tu habitación, yo te llamé varias veces.
Collins se acercó al sofá donde yacía sentada su madre a espaldas de él, justo a un lado de la mesita con botellas de alcohol.
—Estaba ocupado —justificó Wellington tratando de arreglar las palabras en su mente, y decir algo creíble para así poder salir de su hogar.
—Oh Willie, ¿a dónde vas tan arreglado? —notó Eleonor al momento de girar su cabeza, apreciando la pulcra apariencia de su hijo mayor.
—Si hermano, parece que vas a una fiesta —añadió Brigham bebiendo el último sorbo del whisky, dejando el vaso sobre el sofá y limpiando su boca con el dorso de la mano.
—Yo... Sólo iré a dar un paseo —contestó Collins colocándose el sombrero, caminando a un lado de los dos sofás.
—Ahg, siempre has tenido ese aspecto de explorador —sonrió Eleonor con orgullo, Brigham se levantó rápido de su asiento y siguió a Wellington hasta la salida.
—¿No quieres que te acompañe a tu caminata? —preguntó Brigham sosteniendo el borde de la puerta abierta. Collins lo encaró en un rostro inexpresivo pero que mostraba clara preocupación.
—No, muchas gracias, pero estas cosas me gusta hacerlas sólo, tu lo sabes —contestó Wellington saliendo por completo de la casa, caminando a un paso acelerado, huyendo de las posibles preguntas de su hermano.
Brigham alzó las cejas y curvó los labios extrañado, cerró la puerta lentamente y llegó a la sala con su mirada puesta sobre el suelo, pensando en una posibilidad.
—Olvidé contarte que la señorita Brown vino el domingo a almorzar —mencionó Eleonor sonriendo alegre mientras recogía los mechones de su cabello detrás de la oreja.
—Vaya, que positiva es esa mujer —bufó Brigham poniendo los ojos en blanco.
—¿A que te refieres con eso?
—Lo que digo es que... Sabes que Wellington no la ama, y llega un punto donde hay que desistir de tal idea. A mi me hubiera encantado ver a Will con Caroline, pero creo que eso ya no tiene remedio.
Brigham rascó su frente, encorvando la espalda hacia adelante, apoyando los codos contra los muslos.
—¿Y crees que Will no volverá a amar? —inquirió Eleonor con un temor claro en la voz.
—No lo sé madre, él pronto cumplirá cuarenta y un años, pienso que no se siente capacitado para otro amor —respondió Brigham, todo lo que pensaba de su hermano era lo que veía conforme a los años.
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Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...