Una mañana soleada de otro domingo, Allen se levantó ese día con grandes ánimos y la esperanza de encontrarse otra vez con Wellington. Pero jamás pensó que su prometida llegara tan temprano para visitarle, fue una repentina visita que no le agradó, su rostro hablaba por sí sólo.
Anne-Marie estaba contenta con la presencia de Katherine, hablaban de manera amena sobre los preparativos de la boda, mientras Allen limpiaba el horno lleno de carbón y ceniza. Gregory se había ido muy temprano para comprar la comida del mes; Bell pensaba constantemente que faltaba poco tiempo para su matrimonio y la felicidad en la cara de Kate se lo recordaba siempre.
—Cariño —la llamó Katherine girando su rostro para verle. Él yacía de rodillas frente al horno de ladrillo, tallando con fuerza la suciedad que también se había adherido a su cara teñida por el carbón y ceniza—. Tu madre dice que sería lindo la luna de miel fuera de Abbotsbury.
—¿Fuera de Abbotsbury? —preguntó Allen con preocupación.
—Si, es mucho mejor —añadió Anne sonriendo—, ya que siempre están aquí en el pueblo. Algo nuevo, sería bastante aburrido que la luna de miel sea aquí también ¿no crees?
Bell se quedó unos segundos en silencio, pasó su mano sucia por la frente sudorosa sin quitar la vista del suelo.
—Lo que ustedes prefieran —formuló Allen tomando nuevamente el cepillo de madera, tallando con más fuerza el ladrillo rojizo. Escuchó el bufido molesto de Katherine.
—Es increíble la emoción que tiene Brooks para casarse conmigo —comentó Kate acomodando los mechones rizados de su flequillo. Anne-Marie solamente se quedó en silencio, realmente no sabía que decir ya que ella tenía la razón para estar molesta.
—Trabajo todos los días —murmuró Allen entre dientes sin dejar su labor, y Kate lo encaró enseguida con una mirada tensa.
—¿Disculpa? ¿Entonces esa es tu patética excusa? —inquirió Katherine en un tono ofendido alzando las cejas.
—¿Una excusa? Mamá, informale a la señorita Washington que hago todos los días —pidió Allen levantándose del suelo, pasando las manos por su cabello alborotado en un signo de desesperación. Katherine miró a la señora Bell en busca de una respuesta.
—Yo prefiero no meterme en sus discusiones. Sólo dejen de pelear por eso, deben de apoyarse —aconsejó Anne.
—Si, apoyarse. Pero parace que Allen ya no quiere casarse conmigo, deberías admitir que ya no me amas —siguió Kate con voz severa, algo que a Bell le recordaba completamente al padre de ella.
—No digas tales tonterías hija, Allen te ama más que... —
—Madre, yo puedo hablar —silenció Bell exhalando molesto—. Yo no paso los días sentado en mi casa sin hacer nada, observando cómo todo me cae tan fácilmente en las manos.
—Allen, basta —sentenció Anne-Marie en advertencia.
—Agradece que te vas a casar con una mujer que tiene buena posición económica —contestó Katherine con prepotencia.
—¿Entonces yo soy interesado? Eso es lo que quieres decirme —la molestia de Allen había tocado el límite.
—Lo único que digo es que te comportes cómo una persona madura y asumas la responsabilidad de un matrimonio —justificó Katherine después de su acusación.
—Eso no lo dijiste, acabas claramente de insultarme Kate. Quiero que sepas y le digas a tu padre, porque es bastante claro la influencia que tiene él hacia ti, que jamás me interesó tu dinero y...—
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Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...