Capítulo 15

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Wellington se encargo de recoger el correo esa tarde, con la esperanza que Colette enviara noticias desde Londres. Sentado en el taburete de almohadilla negra con estampado floreado blanco, frente al piano de cola, revisó las cartas cuales en su mayoría eran para su padre. Soltó el humo del tabaco por la nariz y apartó la pipa de sus labios al encontrarse con la carta que tanto anhelaba, posando el otro puñado contra las teclas del instrumento.

Con las manos rasgo el sobre blanco mientras se humedecía los labios con la lengua. La carta estaba doblada en dos mitades y escrita por ambos lados con la característica letra delgada y cursiva de su hermana.

Queridos padres y hermano,

mi temprana estadía ha sido sumamente tranquila, Henry no deja de llorar por las noches, creo que tal vez sea por la nostalgia que siente al no estar en el pueblo. Richard empezó a trabajar casi al momento de llegar. La casa es linda, con una buena luz natural gracias a las ventanas, de madera por fuera pintada en azul.

Estoy ansiosa porque vengan un día a visitarme, Heloise me comentó en su reciente carta que pronto estaría tomando un tren para venir a la capital. Aquí el clima es muy gris y de cierto modo me pone triste, aunque trato de ocupar mi mente en actividades de la casa. A pesar de que el clima de Abbotsbury sea húmedo por las fuertes lluvias, el sol jamás faltaba.

Bueno, si comienzo a pensar en las múltiples ventajas que tiene el pueblo, es muy probable que un sentimiento nostálgico se apodere de mi. No quiero que la carta sea larga, cuando puedan escribirme háganlo por favor.

Los quiere, Colette Wales.

—Señor Collins —llamó Anne-Marie desde el umbral de la doble puerta, dejando ver el piano en el centro de la habitación, varios sofás individuales rodeándolo, floreros de porcelana adornados con rosas—. ¿Se le ofrece algo?

Wellington levantó la mirada de la carta ante el llamado, la señora de complexión corpulenta yacía parada a tres metros de distancia. Llevó la pipa que tenía en su mano izquierda e inhaló pero sin que saliera absolutamente nada, se había apagado por completo.

—Podría... por favor, dele esta carta a mi padre —pidió Collins quitando la pipa de sus labios y metiéndola dentro del bolsillo de su abrigo marrón oscuro. Estiró la mano con la carta doblada a la mitad, Anne entró al salón en un paso acelerado y los brazos detrás de la espalda.

—Enseguida —Anne-Marie tomó la carta y dio la media vuelta.

Al salir del lugar, caminó por un pasillo angosto muy poco iluminado que daba a las habitaciones que no sé usaban del todo. Llegó hasta la cocina y siguió su curso con la mirada atenta de Johnson en ella, pronto arribó a la sala principal, allí se encontraba Thomas leyendo un libro sostenido de su mano izquierda y con la otra la taza de café sin azúcar.

—Señor, su hijo le envía esta carta —Anne estiró la mano. Thomas quitó su vista del libro sobre especies de animales extintos y la miró por arriba de los lentes de media luna.

—No sabía que Will supervisaba el correo que llegaba —el señor Collins dejó caer el libro abierto contra el sofá y agarró la carta.

Anne-Marie se alejó del lugar en silencio hasta la cocina, donde tenía que empezar a preparar lo que usaría para hacer la cena. Mientras Johnson se ocupaba del postre y Fox de lavar los utensilios sucios.

—¿No leyó la carta que traía en sus manos? —inquirió Fox con la mirada atenta sobre la olla de cobre que limpiaba.

—¿Y porque leería esa carta? —Anne frunció las cejas mientras sacaba el trozo de res empacado en bolsas de papel.

Wellington. [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora