Capítulo 41

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Otro domingo por el cual Wellington se levantaba con una sonrisa, sabiendo que el día anterior había quedado con Allen de verse hoy al mediodía. Johnson se presentó muy temprano para renunciar formalmente, a lo que Collins simplemente hizo de oídos sordos para que el dolor de su partida no lo golpeara tan fuerte.

Thomas se rindió de tanto insistir en su estadía, incluso le propuso subirle el sueldo el triple de lo que ganaba pero Sloar no aceptó nada. Eleonor por su parte se mantenía en silencio, pensando en lo que había hecho mal para que el amigo de la familia se marchase.

—Nuevamente les agradezco por acogerme en su hogar desde un principio, y darme la mayor de las confianzas —Johnson sonrió de medio lado mientras sostenía el cheque entre sus manos, moviendo el trozo de papel nerviosamente.

—Para mi fue todo un placer tenerlo trabajando aquí todos estos años —añadió Eleonor tratando de no llorar frente a su marido, ya que anteriormente le había dicho que la partida de Sloar no era cuestión para soltar lágrimas.

Wellington miraba a los tres sentados en la sala, mientras él yacía apoyado sobre el umbral que separaba a las dos salas. Frunció los labios para después apretarlos, observando a su padre inexpresivo, tanto cómo él.

—Creo que aquí ya terminamos —Thomas soltó un suspiro, colocándose nuevamente los lentes y sonriendo de manera casi dolorosa—. Fue un placer señor Johnson, espero que... viva una vida plena de ahora en adelante. Lo digo de todo corazón —y sonrió de manera más amplia.

—Gracias —Johnson se levantó del sofá apresurado—. Y gracias a todos.

—De nada Johnson —contestó Wellington, sacando la pipa del bolsillo de su abrigo, colocándola en sus labios y inhalando segundos después el tabaco. Sloar sólo asintió dos veces sonriendo de manera apenada y se alejó hasta la puerta principal sin decir nada más, Thomas observó cada movimiento hasta que la puerta fue cerrada.

—Johnson... Él era más que un empleado para esta familia —comentó la señora Collins al borde de las lágrimas, pero se contuvo.

—Lo sé —suspiro Wellington exhalando el humo por la nariz—. Recuerdo cuando en los veranos íbamos a la vieja casa de papá y jugábamos a escondernos en el trigal con Johnson. ¿Lo recuerdas papá?

—Si —contestó Thomas cerrando los ojos ante la irritante luz de la mañana—. Tenía que decírtelo Will pero la... —

—Yo también recuerdo esos años. Esa casa fue muy especial para la familia, sobre todo porque Thomas y yo nos conocimos ahí —interrumpió Eleonor en un tono enamorado.

—Ya supera ese momento mamá —bufó Collins exhalando otra calada mientras con la otra mano se arreglaba el cabello hacia atrás—. ¿Que me ibas a decir papá?

—Olvidé decirte que la señorita Caroline Brown estará muy pronto aquí, yo le envié una carta para que viniera a pasar el día —formuló Thomas levantándose lento del sofá mientras se agarraba de los reposabrazos.

—¡¿Por qué aquí son tan insistentes?! Padre, ¿por qué la invitaste? —gritó Wellington caminando hasta la sala para quedar frente a su padre, él cual sólo arrugó las cejas.

—Sólo es un almuerzo Will, ella no viene para que tu le pidas su mano —aclaró Thomas sabiendo que muy en el fondo tenía otra intenciones.

—Ajá, un almuerzo, bueno... yo no participaré en ese almuerzo —aseguró Collins cruzándose de brazos y alzando las cejas.

—Cariño, por favor, no des una fea imagen delante de Brown —pidió Eleonor tomando la mano de su hijo. A Wellington muy poco le importaba esa tontería de la buena imagen, sobre todo porque al mediodía había quedado con Allen para verse en el mismo lugar y su padre estaba loco pensando que se quedaría ahí a disfrutar un almuerzo con ella.

Wellington. [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora