Ir a pescar era lo que le agradaba hacer a Wellington, un momento pacífico escuchando las olas del mar, sentado en el borde del viejo muelle recibiendo el cálido sol de la mañana. Todo podía ser perfecto, si no fuera porque Brigham llegó esa mañana e insistió acompañarlo a pescar. Claramente no pudo negarse ya que su padre lo presionó para que accediera a esa absurda idea.
Y ahora se encontraba ahí, con el pantalón recogido hasta las rodillas y los pies descalzos colgando sobre el borde del muelle. El mar azulado chocaba contra la superficie rocosa, no estaba compuesto de arena, tan sólo de pequeñas piedras rojizas a lo largo de la playa. Brigham se encontraba a su lado donde tan sólo una columna de madera que le daba soporte al muelle los separaba. Ambos sostenían sus respectivas cañas de pescar, la carnada (un pequeño gusano de tierra) bailaba ante la corriente que lo movía hacia la izquierda, allí sonaba el delicado oleaje al tocar la superficie de rocas.
Las botas para pescar estaban detrás suyo, al igual que su abrigo viejo marrón con grandes bolsillos, tenía puesto un sombrero de paja para cubrirse del sol que pronto se sentiría más caliente y una pipa posada en sus finos labios, su camisa blanca de lino era holgada y los tirantes con bordados floreados caían por sus hombros.
—¿No crees que es mejor pescar en un lago o río, que en la playa? —habló Brigham después de un largo tiempo en silencio. El hermano menor estaba completamente vestido, ya que no había llegado apto para la pesca, todo fue improvisado para él pero no podía dejar pasar la oportunidad y charlar con Collins.
—Me agrada más estar en la playa que ir a un lago —contestó Wellington inhalando otra calada de humo y con la mano izquierda rasco su mejilla rasposa. Ya le hacia falta afeitarse.
—¿Un río? —Brigham miró a su hermano ignorando cómo la corriente arrastraba su caña de pescar. Collins lo encaró ladeando la cabeza en una mirada seria que decía más que sus palabras.
—Accedí a traerte con la condición de que te quedaras en silencio —recordó Wellington desviando la mirada a las olas del mar.
—Y yo accedí a tu condición más que todo porque quería hablar contigo de algo sumamente importante —aclaró Brigham alzando las cejas. Collins bajó su pipa y la dejó contra el suelo de manera, agachó su mirada a los pies ajenos que se movían inquietos reflejándose sobre el agua cristalina.
—Si se trata sobre la insistencia de ir a un burdel, déjame decirte que... —
—¡Ay no!, ¿por qué pensaste que te hablaría de eso? —Brigham arrugó sus cejas extrañado, hasta que una suposición se iluminó en su rostro ahora lascivo—. Oh ya entendí, ¿quieres que te invite verdad? —le dio un empujón a su hermano mayor en el brazo, pasando su mano por detrás de la columna de madera.
—¡No seas payaso Brigham! —regañó Wellington con un suave ardor en sus mejillas—. Jamás te pediría algo así.
—¿Entonces porque sacaste ese tema? Significa que lo estuviste pensando —supuso Brigham con una sonrisa divertida que enseñaba todos sus dientes.
—No, no estuve pensando eso —negó Collins, cierta parte era mentira, ya que sí había pensado en ello, pero eso era distinto—. Ahora dime, ¿cual es ese tema tan importante?
Brigham se levantó del suelo y empezó a girar el carrete en sentido contrario, pronto el sedal fue disminuyendo dejando a la vista su anzuelo que tan sólo atrapó un trozo de alga marina.
—Gran pesca —susurró Brigham bajando la caña con decepción—. ¡Ah sí!, sobre el tema importante. Sabes los constantes negocios que hago por todos lados, lo mucho que paso ocupado en el banco.
ESTÁS LEYENDO
Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...