Mi querido Allen:
A pesar de habernos visto recientemente, a estas alturas lo extraño demasiado, y cuento las horas para volver a estar entre sus brazos otra vez. Hoy es sábado, me desespera que se pase tan lento, de la manera más aburrida. Trato de ser paciente, sin embargo, cada vez que recuerdo sus besos o cualquier regaño por mis ocurrencias, me hace anhelarlo mucho más.
Y no crea que mis deseos de verlo equivalen a lo corporal, aunque no puedo negar que también lo deseo de esa manera. Pero todo va más allá; quiero escucharlo decir cualquier cosa y creo que eso bastaría para llenar mi alma, todo lo que siento por usted siempre fue diferente. Creo que mayormente me enamoré de su forma de hablarme, después de sus ojos verdes.
Me enamoré de ese comportamiento, del cual ambos sabemos que yo no soportaba, tal vez sea la razón por la que estoy locamente enamorado. Puede verse masoquista, pero eso era lo que necesitaba ya que estaba acostumbrado al silencio de las personas cada vez que las insultaba. Y luego llegó usted sorpréndiendome con su manera de hablar sin titubear, quedé encantado, alguien peleaba contra mí casi que con las mismas fuerzas (incluso peor) que las mías.
Ahora sería muy difícil sacarlo de mi vida, sé que pronto se casará, pero con todo el amor que le tengo, no me pida que me separe de usted ni mucho menos olvidarlo. Créame cuando le digo que yo sólo me conformo con un beso suyo, podré vivir una vida plena, usted podría casarse las veces que quisiera, sin embargo sé que podré verlo y yo tendré la dicha que esos hermosos ojos me miren.
Así que de antemano le digo que no permitiré sus dolorosas palabras de un posible olvido. Y espero mañana poder vernos, diez de la mañana. Allí lo estaré esperando cómo siempre.
Con amor: Wellington Collins.
Allen terminó de leer la carta con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios, y pensó que Wellington merecía algo igual de romántico como lo era él. Acostó la cabeza sobre la almohada y soltó un lento suspiro satisfecho por aquellas palabras escritas, dobló la carta y la escondió en el bolsillo de su pantalón verde musgo. Muy pronto tendría que ir a trabajar, pero aquella correspondencia lo había dejado incapacitado para ejercer labores que requirieran su concentración.
Ahora su mente divagaba en Wellington, el deseo que sentía por verlo y charlar por largas horas de cualquier cosa. Quería hablar con él hasta que no le qudaran palabras, necesitaba aprovechar el poco tiempo que le quedaba antes de casarse y vivir en un matrimonio al lado de alguien que no amaba. Constantemente pensaba en ese futuro, se repetía millones de veces que podría soportarlo, que sabría como sobrellevar el casamiento y trataría de ser fuerte, pero...
No era tan fuerte como pensaba, era cobarde, tanto así que no tenía el valor para decirle a Katherine que no la amaba, y por esa cobardía prefiría vivir de esa manera. Menos de dos semanas le faltaban para casarse, su padre ya tenía listo el traje especialmente hecho para él, un simple traje de tres piezas negro. Odiaba ver el brillo en los ojos de sus padres al momento de probarse el atuendo, y él sólo sonreía forzado sin decir ni una sola palabra.
Su madre se había encargado de repartir las invitaciones de la boda, la mayoría de sus amigos irían al igual que los chicos. Pero lo peor que Anne-Marie hizo sin siquiera saber las consecuencias, fue enviar una invitación a la familia Collins, algo de lo que Allen estaba completamente enterado. Le avergonzaba pensar en la reacción de Wellington al leer la invitación, probablemente se moleste y estaba en todo el derecho de hacerlo; Allen también se hubiera molestado.
Aunque durante la lectura de la carta, él jamás mencionó nada sobre la invitación. Lo conocía, sabía que ese tipo de cosas prefería hablarlas frente a frente, y se sentía nervioso a causa de eso. La puerta de su habitación fue golpeada dos veces en espera de aprobación para poder entrar.
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Wellington. [LGBT]
RomanceWellington Collins de cuarenta años, jamás contrajo matrimonio y el amor le parecía tonto. Todo gracias a una decepción amorosa en el pasado que marco profundamente su vida. Hasta que un día conoce a Allen Bell, un joven de veintiséis años de clase...