Capítulo 51

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Wellington abrió los ojos, rascando su mejilla que reposaba contra el césped, parpadeando varias veces al sentir la vista nublada. Al lado suyo estaba Allen completamente vestido, amarrando las agujetas de sus zapatos de manera apresurada. El sol no había salido, las nubes eran frías y de un color azul agua, podrían ser más de las cuatro de la madrugada; Collins se sentó mientras tapaba su parte inferior con la bata anaranjada.

Todavía le costaba creer lo que habían hecho, lo sentía casi cómo un sueño lleno de sensaciones tan reales, y lo que hicieron fue tan real que todavía podía sentir las caricias Bell, su cuerpo temblando cómo una hoja contra el mistral o los suaves susurros en su oído diciéndole lo mucho que lo amaba.

—Estaba a punto de llamarlo —pronunció Allen al momento de terminar con sus zapatos, bajando su camisón hasta las rodillas cubierta por la ropa interior donde pequeñas tiras de césped estaban adheridas.

—¿Por qué se levantó tan temprano? —preguntó Wellington mirando cómo Bell sacudía su cabello lleno de césped.

—Tengo que trabajar, mi papá se levanta de madrugada y puede que note mi ausencia —respondió Allen sin mirarlo, parecía querer evitarlo. Collins se arrastró hasta el contrario, tomándolo de la cintura y besando su mejilla—. Debería vestirse —aconsejó dándole la espalda.

Para Allen resultaba algo vergonzoso verlo desnudo, su lógica era distancia, ya que anteriormente lo había visto pero en la oscuridad, fue más que todo tacto. Wellington obedeció ante la petición, agarró su ropa interior enrrollado a un lado de las raíces del árbol y empezó a vestirse rápido. Sacudió su cabello polvoriento, se colocó la bata sin llegar a amarrarla; nuevamente se acercó a Allen abrazándolo por la espalda y apoyando su mentón sobre el hombro de él.

—¿Qué sucede? ¿Se arrepiente de lo que hicimos? —cuestionó Wellington con cierto temor de una afirmación. Bell sólo negó con la cabeza y bajó la mirada a las manos de Collins que lo abrazaban.

—Sólo... No estoy arrepentido de nada, pero mi familia jamás me educó de esta manera. Ellos siempre me inculcaron que estas cosas sucedían después del matrimonio y yo pronto me voy a casar con Katherine. Mis padres me odiarían si supieran lo que hice —el semblante de Allen cambió, la tristeza se veía reflejada en sus ojos llorosos, y tuvo la suficiente fuerza para no llorar.

Wellington lo soltó, curvando los labios y moviéndose hasta quedar frente a Bell, quien tenía la cabeza agachada en medio de sus rodillas. Y tomó sus manos que descansaban sobre el césped, apretándolas entre las suyas y hacerlo sentir que él estaba ahí para escucharlo, quería tan sólo calmar su angustia.

—No sé que decir para ayudarle pero... Si por mí fuera, nos hubieramos casado antes de hacerlo. Puedo comprender el temor que debe de sentir por decepcionar a su familia, y no puedo mentirle, me causó terror pensar que usted se arrepentía de esto; sin embargo comprenderé si usted ya no quiere volver a...

—¡No! No diga eso —se exaltó Allen levantando la mirada y acercándose a Wellington, se aferró a su nuca mientras se sentaba en sus piernas estiradas—. Jamás me arrepentiré de lo que hicimos, la culpabilidad que siento no tiene nada que ver con usted —hundió su rostro en el cuello de Collins.

—Está bien, creo que entendí —sonrió Wellington pasando sus manos a lo largo de la espalda ajena, subiendo hasta el cabello donde apartó una pequeña ramita seca—. ¿Le gustó? —preguntó repentinamente.

Allen alzó la mirada sabiendo a lo que de refería, el sonrojo de sus mejillas lo delataban al igual que su pequeña sonrisa nerviosa, acentuando las comisuras que le adornaban la boca.

—Creo que no le agradecí el hecho de hablar con mis jefes en la fábrica para que me devolvieran mi viejo puesto —recordó Bell cambiando de tema, quitando sus brazos de la nuca de Wellington.

Wellington. [LGBT]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora