Capítulo 15 - El Descanso de Amvil

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 La primera impresión que Izun tuvo de Ozoka días atrás fue de una extraña reaciedad, era incapaz de comprender la impredecible actitud de aquella extraña e impulsiva persona... Pero junto a Edoven y los demás, la materializante casi olvidó lo ocurrido en el bosque de Asgun gracias a la animosidad que compartían hacia el Elementalista de Hierro. O al menos eso quería pensar...

—Por lo que contáis, vosotros dos ya habéis tenido un desafortunado encuentro con Ayonos, y si la información de mis hombres no es errónea, Doverán ha aumentado su ya profunda cautela uniendo sus fuerzas con las de la Sombra Blanca... —Edoven suspiró, parecía conocer perfectamente el tipo de paranoia que carcomía al comandante de Kirut—. Por suerte, parece que solo te buscan a ti. —Agregó mientras volvía su mirada hacia ella.

—Suerte para vosotros, será. —Dijo Izun.

—Ya debes haber visto los múltiples carteles que hay apostados por las calles con tu máscara. Podremos usar ese afán por encontrarte contra Doverán y Ayonos. —Explicó el barón, a la vez que extraía un enorme mapa del centro de la población.

—Si Numeria os dijo que la Sombra Blanca llegó anoche, debe haber movilizado a Burges y al Círculo de Bronce para guardar la casa de nobles. —Señaló Janos a un edificio central en el papel, una vez estuvo completamente extendido sobre la mesa—. Siempre ha tenido la mala costumbre de centrar sus fuerzas alrededor de él, dónde puedan protegerlo en todo momento. —Explicó.

—¿De cuántos guerreros dispone la Sombra Blanca? —preguntó Alina.

—Después de encontrarse conmigo, tres. —Ozoka contestó en un sádico tono divertido—. Cuatro si lo cuentas a él.

—Muy pocos, Doverán jamás se arriesgaría con guardianes desconocidos a su alrededor, enviará a ese grupo por ti y dejará en la casa de nobles a los miembros del Circulo de Bronce... —Dijo Edoven, pensativo—. Hay que encontrar la forma de entrar ahí, él nunca se arriesgará a salir dadas las circunstancias.

—¿Tienes la máscara de búho todavía? —Ozoka volvió la mirada hacia Izun.

—Sí, aquí... —Sacó el blanco antifaz de su macuto.

—Ningún elementalista podrá entrar a la casa de Doverán sin ser avistado... —El elementalista se acercó a Izun—. Pero tú sí, si cambias tu atuendo por el suyo... —Señaló a Alina—. Vi lo que hiciste en el bosque ese día, si te materializas tendrás una oportunidad de sorprenderlo en su propio hogar si los demás distraemos a sus centinelas... —Agregó.

—Ni por una bolsa repleta de oro. —Masculló la joven elementalista—. He venido para ayudaros, no a que me maten.

—No es mala idea... —Murmuró Janos—. Doverán será un paranoico, pero solo ahí dentro, rodeado de sus centinelas bajará la guardia. El resto podríamos acompañarte por si ocurre lo peor, siempre y cuando la joven Izun esté dispuesta a arriesgarse en solitario...

—He venido hasta Kirut para eso. —Contestó la materializante.

Alina suspiró.

—Me parece estupendo que quieras tirar tu vida, pero yo prefiero seguir con la mía después de todo esto...

—No la tirarás, no si te acompaña Janos y Ozoka. —Dijo el barón, con plena confianza en su experimentado subordinado—. Además, es Izun la que debe entrar a su guarida, tu solo debes alejar a sus centinelas lo suficiente para evitar que llame la atención. —Agregó.

Un profundo suspiro abandonó la detallada máscara de la joven.

—Yo no puedo aparecer y desaparecer para ahuyentarlos. Si algo sale mal, acabaré enterrada junto a vosotros en una fosa fuera de Kirut...

Crónicas de Viltarión I ‧ Canción de Piedra y HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora