Capítulo 60 - Nuto Marrash

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 Una extraña sensación invadió al pequeño grupo dentro de Piru mientras buscaban a los bandidos. Izun revivía los horrores que había experimentado en sus tierras a manos de los cultistas cada vez que miraba a Nuto, el joven que ahora caminaba justo delante con el rostro al descubierto.

Pero este se había deshecho de su espada nada más toparse con ellos y la tela que envolvía las máscaras de los otros cultistas estaba completamente guardada en un macuto de cuero que colgaba de su cinto. Era imposible que actuase contra ellos sin que cualquiera de los tres respondiera antes con su poder...

—Debemos apresurarnos, —la voz de Yzen la sacó de sus pensamientos.

Al guerrero cerúleo no parecía afectarle tener a un enemigo justo detrás, lo único que le importaba era cumplir con su cometido.

—¿Cuánto tiempo tenemos? —preguntó ella, lo único que quería ahora era evitar encontrarse con el gólem.

—Que nos lo diga él. —Alina señaló a Nuto, que observaba de forma intermitente hacia las estrellas sobre la ciudad, la cúpula celeste se reflejaba en los ojos color cetrino del cultista como una alfombra de hilos brillantes.

El cultista giró su rostro hacia la elementalista al comprender que hablaban de él—. ¿Esperáis la llegada de Obais Najur? —preguntó.

Tanto Yzen como Alina volvieron su rostro al sureño nada más escuchar ese extraño nombre.

—El gólem de piedra. —Explicó Izun al escuchar el nombre de aquella criatura en Firsín—. Así la llaman los Cultistas del Sol.

—No la esperamos, queremos evitarla. —Dijo Yzen—. Al menos hasta que terminemos con otros indeseables que esperan escondidos aquí dentro. Después no me importa toparme con vuestro «Obais Najur». —Repitió el nombre del monstruo que había arrancado su extremidad hacia años.

—Morirás en sus manos, norteño. —Advirtió Nuto, no con malicia, sino con la convicción de un hombre que conocía perfectamente el destino de los guerreros que retaban a la creación de su tierra.

—No quiero tu opinión, solo saber dónde está ahora. —Replicó el Elementalista de Agua.

El sureño titubeó—. No lo sé... Obais Najur se mueve junto a mis compañeros, pero yo no estoy en su pelotón...

—Entonces todavía tenemos tiempo de actuar. —Dijo Yzen.

—Hay luz, allí. —Advirtió Izun al ver un destello en el cielo nocturno sobre los tejados.

—Fuego. —Dijo el cultista desenmascarado, a la vez que olían el característico aroma a ceniza a su alrededor.

—Vamos. —Se apresuró Yzen—. Algo me dice que nuestros amigos del bosque están detrás de esas llamas.

Cuando se movilizó a Izun le sorprendió la agilidad con la que aquel hombre corrió, incluso en completo silencio no había forma de escuchar sus pasos... Como un espectro celeste en medio de las tinieblas.

Pero ningún elementalista podía caminar más rápido que ella, mucho menos correr. La joven materializante miró al joven que habían perdonado la vida y después a Alina, sin dejar de ir tras el guerrero cerúleo.

—Vigílalo mientras veo qué ocurre. —Se acercó a la hermosa máscara de su compañera y le susurró al oído, a la vez que señalaba con disimulo al hombre con piel del desierto... Con su piel—. Veré quién ha provocado el fuego desde las alturas, esperad aquí. —Agregó en voz alta y empleó su poder para aparecer sobre el oscuro tejado de madera y paja enfrente, a más de diez metros de altura.

Lo primero que notó al llegar arriba fue la densidad del humo que entró a sus pulmones, no había sido capaz de ver el mortífero gas en aquella noche sin luna...

Crónicas de Viltarión I ‧ Canción de Piedra y HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora