Capítulo 1 - Máscara de búho

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 —«Nunca debí venir aquí» —pensó Izun a la vez que acortaba la longitud hacia el siguiente edificio desde las alturas. El sabor del viento le recordaba a la cordillera Ylimera en la frontera con Tirfen, así como a la libertad que la nación del desierto le había privado... y que los asganos del norte también parecían empeñados en despojarle. Pero ahora sentía el olor de los pinos y el mecer de las hojas en la distancia, la promesa de una inminente escapatoria.

Un elementalista jamás hubiera podido saltar para desaparecer y reaparecer en el siguiente tejado de semejante forma, pero ella, una materializante sí, y gracias a su poder, mientras escuchaba las voces de sus perseguidores cada vez más lejos, podía sentir el dulce sabor a libertad.

Cuando llegó al último edificio de Mirel saltó sin titubear al vacío y al arrojarse, la joven volvió a emplear su extraña habilidad para acortar la distancia y transformar la mortal caída en una de apenas un metro.

Cuando por fin perdió de vista a los guerreros, Izun sonrió bajo su resplandeciente antifaz.

Pero entonces, al correr hacia la ansiada foresta, divisó la silueta de otra persona.

—Sabía que intentarías escapar hacia el centro de Asgun. —Dijo el hombre, oculto tras una oscura máscara con dos orificios blancos, mientras desenvainaba su espada para confrontarla—. La gente como nosotros siempre creemos que podemos escapar al norte. Monstruos aquí, soldados allá... lo cierto es que ningún lugar es seguro para un materializante.

«Elementales» —maldijo para sí al reconocer las palabras de su perseguidor.

Contra un elementalista no tendría problemas para huir... Pero contra un materializante, un enemigo como ella, no podía hacer nada. Debía luchar y vencer antes de que llegaran sus otros perseguidores si quería escapar con vida.

La guerrera suspiró profundamente y procuró mantener la calma mientras desenvainaba su afilada espada para responder al ominoso contrincante...

Ambos se miraron durante un instante en la penumbra y después de un segundo eterno, emplearon su extraño poder para arrojarse el uno hacia el otro.

Los dos guerreros recorrieron los diez metros que los separaban en una fracción de segundo y chocaron sus aceros estrepitosamente al centro.

—¿Oh? —la reacción del guerrero reveló sorpresa ante la habilidad que la joven con máscara de búho exhibía.

Izun no respondió, se limitó a reaccionar ante las hábiles estocadas de su enemigo, así como al poder que compartían, un solo error podía ser fatal...

El intercambio de aceros estaba igualado, pero en un instante de negligencia, la guerrera vio la hoja enemiga acercarse peligrosamente a su rostro cubierto y la obligó a emplear una vez más el extraño poder para llegar hasta el bosque.

Pero el hombre de máscara oscura no la dejó avanzar más de unos metros antes de materializarse a su lado para intentar golpearla.

El cansancio se empezó a apoderar de ella, emplear su habilidad tantas veces había hecho mella en su cuerpo, si los elementalistas se unían a ese temible guerrero no tendría ninguna posibilidad...

Con todas sus fuerzas arrojó un golpe desesperado en la dirección del hombre y entonces, empleó por última vez su poder para llegar al punto más alejado entre los árboles.

En solo un instante desapareció de su lado y cayó junto a dos troncos gigantescos, a la vez que un mareo incontrolable se apoderaba de su ser.

«Corre... corre...» —Luchó con todas sus fuerzas por escapar.

El guerrero de máscara oscura tardó solo un instante en ver hasta dónde había llegado y cuando la divisó, imitó el salto de la joven...

Pero al aparecer a su lado una horrible y sangrienta tos sacudió todo su ser, la distancia había sido demasiado grande y ahora estaba pagando el precio de su descuido.

Izun se volvió y vio a su enemigo respirar agitadamente a su lado, mientras luchaba por incorporarse para escapar.

—Te encontraré... —murmuró el hombre, antes de escupir una copiosa cantidad de sangre sobre su máscara, que se derramó sobre la hierba instantes después—. Lo juro por todos los elementales...

Izun no respondió. Se limitó a memorizar el tenebroso aspecto del hombre y al escuchar el murmullo de los demás guerreros, corrió torpemente hacia la parte más oscura del bosque y dejó a su enemigo tirado sobre la hierba.

Un profundo sentimiento de satisfacción invadió todo su ser cuando supo que nadie sería capaz de seguirla. Había logrado escapar de Mirel, pero todavía debía continuar hacia el norte para encontrarse con el responsable de su captura, debía viajar a Kirut en el centro de Asgun, adentrarse a la nación con la que tanto había soñado desde que abandonó su tierra...

Crónicas de Viltarión I ‧ Canción de Piedra y HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora