Janos arrojó la primera arremetida, sin hacer uso de su inmenso poder elemental. Aunque sabía que ese era un movimiento propio de necios o principiantes, también sabía que su contrincante, igual que él, jamás emplearía su poder en semejante duelo de aceros.
El sonido que ambas piezas de metal emitían al chocar se podía escuchar claramente por toda la calle, sería cuestión de tiempo hasta que otros guerreros llegasen para ver qué ocurría.
—Tu combate no se ha quedado atrás, amigo mío. —Dijo Burges, mientras arremetía por enésima vez hacia él, sin mostrar una pizca de temor ante la posibilidad de perecer ante un combatiente igual de diestro.
—Hace años un combate así no hubiera supuesto dificultad alguna para ninguno de nosotros, Burges, si eso no es testamento de nuestra decadencia, no sé qué lo es. —Sonrió Janos bajo su oscuro antifaz.
Mientras intercambiaban golpes y veloces arremetidas, el poderoso sonido de un millar de piedras resquebrajase se pudo escuchar desde el otro extremo de la casa de nobles.
Los dos combatientes detuvieron su lucha durante un corto instante. Hasta que el miembro del Circulo de Bronce dejó escapar un suspiro y miró de nuevo hacia la silueta del guerrero que había ido hasta allí para confrontarlo.
—Veo que la persona que luchó contra la Sombra Blanca hace unos días no era la única distracción que has empleado para realizar tu cometido. —Comentó sin demasiada sorpresa—. Tendrás que distraerme el tiempo suficiente para evitar que ataque a los necios que han entrado sin refuerzos. —Agregó.
—Subestimas a las nuevas generaciones, Burges, les faltará experiencia, pero bajo un comandante que se precie, son tan aptos como lo fuimos nosotros en los Prados Podridos. —Reanudó el intercambio de aceros, sin poder evitar sentir cierta vitalidad emerger de su interior con cada golpe que daba.
—Quizás. —Aquella palabra la pronunció con evidente diversión—. Pero, ¿qué harán? Me pregunto, si salgo victorioso e informo a mi maestro de la traición que el Barón del Vino ha planeado.
Janos esquivó una de las arremetidas dirigidas hacia su rostro, antes de contestar.
—Quizás, —respondió el guerrero de Edoven en el mismo tono—, tu maestro no siga dentro cuando termines conmigo.
Al decir aquellas palabras, múltiples voces provenientes del otro extremo de la casa de nobles comenzaron a invadir las calles de Kirut.
Los golpes de Burges se volvieron más certeros y mortíferos ante su creciente incertidumbre...
***
Izun observó detenidamente la máscara puntiaguda y oscura de Doverán, su cuerpo era gigantesco en comparación al suyo, pero conocía perfectamente la pobre aptitud de combate del paranoico comandante.
Al adentrarse, había pensado que encontraría al Elementalista de Hierro rodeado de centinelas, pero a su lado en ese instante solo había un hombre flaco con telas azules y una máscara lisa del color de una perla.
La determinación de la materializante hizo que desenvainase su acero y apuntase en apenas milésimas hacia la imponente figura de su captor.
—Por fin nos volvemos a ver. —Dijo la guerrera.
—¿Quién demonios eres? —al escuchar la pregunta, Izun se percató de que no portaba consigo las vestiduras ni la máscara que había exhibido orgullosa cuando el líder del Circulo de Bronce la había atrapado, semanas atrás—. ¡Guardas! —gritó al no obtener respuesta alguna.
—Estás interfiriendo con oficiales de Asgun, abstente ahora, o tus acciones provocarán la ira de su majestad. —Dijo el otro personaje, que a pesar de su aspecto enclenque no mostró señal de temor en su voz.
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Crónicas de Viltarión I ‧ Canción de Piedra y Hierro
FantasiEn un mundo donde las personas pueden manipular los elementos a su merced, moverse distancias a la velocidad del relámpago y ser trastornados por una simple mirada, el conflicto crece por momentos. Elementalistas y materializantes buscan su lugar en...