Capítulo 9

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La nieve caía espesa fuera de la mansión Potter, cubriendo todo el jardín de blanco. Inconscientemente los pensamientos de Harry viajaron de un extremo de la noche hacía otro. Se encontraba pensando en los posibles errores que había cometido hoy, y probablemente, dejar que Mark le hiciera un oral, había sido uno de ellos. No sabía cual había sido la verdadera razón por la que lo había hecho, solo sabía que dentro de él ardía el resentimiento de que Draco lo hubiese dejado a mitad de un orgasmo en medio de la cena, de esta manera, desquitarse con Mark había pasado a ser una opción.

Habían transcurrido algunas horas ya, pero no podía evitar pensar en qué estaba haciendo Draco justo ahora, y si había logrado encontrar alguna habitación apropiada para pasar la noche. Se levantó del sofá donde su mente había construido una madriguera de pensamientos, y se encaminó a la cama. Iba a intentar dormir cuando su vista se fijó en el ventanal de cristal que daba vista hacía el jardín hundido en nieve. Entre algunas pequeñas montañas de nieve congelada y arbustos salpicados de blanco, había una silueta arrojada, de la cual solo se percibía una espesa cabellera dorada.  

Una vista más precisa y Harry corrió escaleras abajo, seguro de que era Draco, y cuando sus pies descalzos tocaron la masa helada, estuvo convencido de lo peor. ¿Desde cuando estaba Draco ahí? Habían pasado algunas horas desde la última vez que hablaron, y si Draco pasó todo este tiempo ahí, era muy improbable que siguiera con el pulso estable.

Harry seguía caminando en zancadas, hundiéndose en la nieve con cada paso y sintiendo como los copos que caían del cielo quemaban su piel. La nieve era realmente linda cuando caía con tanto espesor, pero Harry comenzaba a odiarla justo ahora.

El castaño oscuro observó el suelo y todas sus peores pesadillas se hicieron realidad, efectivamente, la persona que descansaba en la nieve era Draco.

La mitad de su cuerpo estaba cubierto de blanco, Draco estaba pálido y con los ojos cerrados, su mano derecha aún sostenía una botella de vino que parecía haberse derramado en la nieve, puesto que esta comenzaba a adherir un color tinto.

—Draco. —Harry comenzó a palpar su cuerpo desesperadamente, sintiéndolo tan helado que parecía estar muerto, pero no, eso no podía ser posible, no cuando Harry había hablado con él no hace más de unas horas.—Draco, maldita sea, despierta.

Aunque Harry zarandeó el cuerpo del chico de cabellos dorados, este no se inmutó en contestar. Draco tenía una adicción subnormal con meterse en problemas peligrosos que la mayoría de las veces atentaban contra su vida, pero definitivamente salir afuera con -14°C había sido una total estupidez.

Harry comenzó a sentir sus ojos arder, sintió su vista nublarsele y supo que si no se controlaba, terminaría llorando en medio de la nieve y con el cuerpo de Draco entre sus pies. Como pudo, cargó entre sus brazos a Malfoy, quien notablemente era mucho más pesado estando rígido e inconsciente. Un viento gélido abrazó a Harry cuando sus piernas dejaron de funcionar debido al frío, a este paso iban a terminar con hipotermia los dos. Muchas imágenes suyas y de Draco invadieron su cabeza, revolviendole los pensamientos. Recordó cuando sus labios se rozaron, la electricidad que sentía al encontrar los ojos azules de Draco, las mariposas inquietas en su estómago cuando lo veía sonreír, incluso las cosas más horribles de Draco le gustaban.

—Eres un idiota, Draco Malfoy. —murmuró Harry entre lágrimas.—Acabas de condenarnos a ambos.

Más pensamientos corrieron por su mente. Draco ofreciéndole su mano cuando apenas eran niños, Harry rechazándolo, ambos retándose en los partidos de Quidditch, las clase con Hagrid donde Draco se había burlado de Harry delante de todos. Incluso las palabras que aún no se habían dicho, quedaba tanto por vivir.

Harry usó todos los recuerdos que su mente le permitió como gasolina, Draco sería, a partir de ahora, su motor impulsor. Se levantó del suelo, ahogando algunos gruñidos y llevó el cuerpo inconsciente de Draco hacía su habitación. El calor acojedor del interior de la Mansión los recibió, Harry flexionaba con cuidado sus pies para subir cada escalón, sintiendo las miradas confusas de los elfos domésticos. Cada peldaño era más difícil que el otro, incluso cuando los elfos se ofrecieron para llevar el cuerpo de Draco hacía la habitación, Harry los ignoró. Seguía culpandose internamente, tal vez si no hubiese molestado a Draco, tal vez si desde un principio no hubiese visitado el club de sexo, tal vez entonces, Draco estuviese bien.

Desnudar a Draco era algo que Harry siempre había deseado, pero justo ahora que se encontraba haciéndolo, ni siquiera podía pensar en eso sin sentirse mal consigo mismo.

Hacía unos minutos que Harry había recobrado su temperatura natural, mas Draco seguía estando helado y con el rostro pálido y ojeroso. No había de otra, a este paso Malfoy iba a volver a perder la consciencia, y eso era un riesgo que Potter no iba a tomar. Desnudó a Draco para luego desnudarse él, se  arrojó en la cama, a su lado, e intentó propagar su calor hacía el cuerpo del rubio suicida.

Harry sonrió inconsientemente cuando sintió a Draco abrazarlo y arañar su piel en busca de calor. Sus mejillas y labios comenzaron a tornarse por fin de color carmín y su pulso se volvió estable nuevamente. Esa noche, Harry se prometió a sí mismo que si Draco sobrevivía, no iba a volver a ocultar nunca más lo que estaba sintiendo por él.

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