Capítulo 63: Final, part. II

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            Cuatro años después.

Se removió incómodo entre los cojines, su frente y la superficie de la almohada estaban empapadas en una capa de sudor frío. No sabía por qué temblaba, ni siquiera sabía donde estaba, pero estaba convencido que el vacío y dolor que estaba sintiendo, era muy real. Entonces, despertó.

Harry estaba hiperventilando, agitado. Su mente procesaba con cuidado y una rápidez alucinante, la pesadilla que acababa de tener. Era la misma desde hace cuatro años, la misma en la que lo veía morir de una forma espantosa. Sus ojos parpadearon molestos ante la luz de la cocina, que se filtraba hacía la habitación de la sala. Lentamente fue adaptándose al panorama. Entonces, pareció recordarlo todo de un golpe. Era Navidad. Y lo supo porque vió las decoraciones que había comprado el año pasado lucir en la pared de ladrillos rojizos. A unos pies de él estaba el arbolito de Navidad, regozando de aguinaldos y esferas rojas y verdes que brillaban con el vapor mágico de la chimenea.

Se pasó una mano por el rostro, intentando despertarse del todo, e inconsientemente llevó sus dedos a su cabello, sintiendo una textura de algodón y felpa. Tenía un gorro de navidad cubriendo su cabeza de la manera más tierna que existía. Harry sonrió y comenzó a negar, sabía quienes habían sido los encargados de que aquel gorro navideño estuviera sobre su cabello.

Con un movimiento adormilado, quitó las sábanas grises y delgadas que cubrían su cuerpo rebestido del pijama. Por el humeante vapor que brotaba de la taza de chocolate caliente que descansaba en la mesa junto a él, Harry supo que se había quedado dormido en el sofá por tan solo unos minutos. Y lo comprobó cuando de pronto, seguido de ver la hora en el reloj de la pared, los gritos comenzaron a inundar la sala. Harry sonrió, no era solo la época lo que lo hacía sentirse nostálgico.

Dos pequeños cuerpos en pijamas aparecieron en la sala, seguido de otro corpulento y alto que era arrastrado por ambos.

—¡Papá, papá! ¡Es Navidad! —un pequeño chico de cabellos blancos y tez pálida asomó su diminuto rostro por debajo del gorro navideño, jalando a Harry del pulovert de su pijama. Tenía un par de ojos grises afilados que le recordaban a alguien y un carácter tan irrevocable como el de su padre. Para ser sinceros, era su pequeña versión.—¿¡Podemos abrir los regalos?!

—Claro, Scorpius, adelante. —Harry comenzó a ser jalado nuevamente hacía el arbolito, esta vez por otras manitas. Bajó el rostro para encontrarse con un gesto tranquilo y unas facciones hermosas. Habían pasado años, pero aún no entendía como era posible aquello. Scorpius y Viridian eran gemelos. Una chica y un chico. Scorpius era reservado, intranquilo, un poco arrogante y quizás curioso. Había sacado calificaciones buenas y otras malas, tenía gestos reveldes y pocas veces peinaba su cabello blanco. Sus ojos grises eran todo lo contrario que los de su hermana. Una vez, hace muchísimos años, Harry y Draco habían decidido que nombre querían ponerle a sus hijos, después de admirar un rato las constelaciones, "Scorpius" fue la primera palabra que dijo Draco.

El hombre de tamaño corpulento que había sido arrastrado hacía la sala se acercó a Harry y lo abrazó por la espalda. Potter dió un brinquito al sentir las manos de Marck. —Oh, aquí estas. —se giró y besó su frente.—¿Emocionado?

El moreno asintió, tenía un destello de brillo en sus ojos café que hacía que todo pareciera alegre. Harry había conocido a Marck hacía algún par de años, precisamente dos, y aunque al principio no se sentía listo para empezar una relación, termino convencido una vez que lo conoció. Quizás él no era Draco, pero era una buena persona.

—Oh, Viridian, cariño. —Harry observó aquel par de ojos azules turquesa, producto de la mezcla irreal del azul y el verde. La chica había jalado también su ropa al no estar ni cerca de llegar a su altura. Viridian tenía un regalo mal envuelto con cintas rojas y papel carmelita en sus manos. A diferencia de Scorpius, Harry fue quien eligió el nombre. Viridian era algo callada, sigilosa, era una chica terriblemente inteligente y madura para su edad. Pertenecía a la casa de las serpientes, junto a su hermano y su padre, y Harry casí podía jurar que en caso de que Draco estuviera vivo, ellos serían su orgullo. Físicamente, Viridian era más parecida a su padre Harry. Con las mismas facciones hermosas de su hermano, la pequeña heredera Malfoy tenía el cabello castaño, peinados en dos trenzas a los costados de su rostro. Harry se agachó y susurró algo en su oído.—Yo también te he hecho un obsequio. ¿Quieres verlo?

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